sábado, 11 de mayo de 2013

LA ESTRELLA PROTECTORA DE VILLA DEL RÍO


Era la primera ocasión en la que acudía junto a mi Manuel al Santuario de la Santísima Virgen de la Estrella, Patrona Coronada de Villa del Río (Córdoba), la bella tierra bañada por el Guadalquivir que me acogió durante cinco años.


Era una parada dentro de un viaje de vuelta y Manuel venía dormido en su asiento elevador. Al llegar, viendo que estaba como un pollico y que el interior del Santuario iba a resultar un contraste de temperatura poco aconsejable en estos días previos al 40 de mayo, nos sentamos en el pollete, en la soleada y espaciosa lonja del sagrado espacio. Manuel, entre sueños aún, recostó la cabeza en mi brazo izquierdo mientras se frotaba los ojos, entre bostezos. El pueblo, adormecido y resguardado entre las vías ferreas y el noble Betis, iba pintando las últimas horas de la tarde con la paleta que el sol le venía ofreciendo.




Aclimatado ya, procedimos a disfrutar de este ensoñador momento que supone cruzar el umbral de un templo. El equilibrio de sensaciones, medidas y mezcla de tiempos en el Santuario de la Estrella de Villa del Río personaliza un encuentro con la forma de ser cordobesa.



De don Pedro Bueno guarda la Ermita de la Patrona una deliciosa creación de Santa Ana junto a la Virgen Niña. De aquella estancia laboral en Villa del Río guardo el comienzo de mi fascinación e interés hacia la creación pictórica de uno de los hijos preclaros nacidos en este acogedor pueblo cordobés.


Entre las donaciones presentes en la Ermita, este Divino Infante con su terno pastoreño, cautiva  poderosamente la atención.




¡Qué sabia es la mirada de un niño! Sentados en el primer banco del Santuario, frente a la reja baja que delimita su presbiterio, mi Manuel me dice:

 - "¡Papá, Estrella es distinta a la Virgen de la Cabeza! ¡Fíjate!: la Virgen tiene a su Niño en el brazo "cambiao" al de la Virgen de la Cabeza!...¡Y el resplandor no es círculo por abajo!"

Hay una edad en que todo llega, todo demanda nuestra atención. Por desgracia, hay numerosos casos en que se demuestra que este don se puede llegar a adormecer...



La contundencia de la talla y lo adecuadísimo de la traza arquitectónica del retablo comportan al instante un sentimiento de admiración hacia un pueblo, gonzando de la percepción de un conjunto de tan singular belleza y el que hubiera podido ser un futuro tan apasionante.

Villa del Río, frontera egregia con un carácter tan netamente cordobés, a pesar de su cercanía con la frontera jiennense



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