jueves, 28 de mayo de 2015

EL DIVINO ROSAL DE CAPUCHINOS

Pocas horas pasé en aquel número 36 de la calle Ollerías donde mi madre me trajo al mundo. Mi infancia fue sacada adelante en aquella amplia Corredera cubierta por la sombra de los falsos plátanos de indias. En ella crecieron mis recuerdos y mis juegos de niño, junto a primos y compañeros de SAFA, entre la Barriada y el Camping ( -"¡Ojito niños con 'La Nacional'!; ¡cruzadla cogidos de la mano de los mayores!"- aconsejaban nuestras madres), con tardes de merienda y recreo en la escalinata del Cine Avenida, y anuncio de Primavera en fiestas cuando los trabajadores municipales fijaban, ante aquel magno escenario, los postes de las Banderas que anunciaban las vísperas del Pregón de la Romería.
 
Mi vida se cuajó en la Corredera de Capuchinos. Y mis días, al compás de la Letanía que rezaba mi abuela María Jesús,... ¡comenzaron a ser Pastoreños!
 
 
La vieja medallita desgastada por el roce de los dedos en cada Salve que ponía punto final al Rosario vespertino, ¡siempre mirando hacia la Pastora desde la vieja habitación que daba al patio con el pozo y el jazmín!
 
Mis recuerdos me devuelven a mi abuela vestida con aquella bata de florecillas. Y me traen también la voz grabada de campanas que clamaban por esta espadaña que ahora nos guía, y aquella cruz formada por luces eléctricas, que ahora se eleva, trabajada en la noble forja, sobre la Iglesia y la capilla. Poco a poco, presentimos que la Pastora se ha vuelto a hacer Capuchina. El esfuerzo de muchas personas ha dado lugar a que esta Iglesia haya vuelto a ser imagen auténtica de la forma que tenemos de sentir la Fe y la Vida en Andalucía.  
 
Pero, a la labor de sacerdotes, arquitectos, escultores, ceramistas y diseñadores que dieron nueva vida al templo de la Divina Pastora, habría de unirse el AMOR sin medida de una comunidad cofrade que centró en la Divina Pastora del redil de Cristo sus anhelos para recuperar una devoción nacida en Andalucía, junto a nuestro río, y que, en Andújar, tuvo uno de sus focos más intensos.
 
Las viejas fotografías de la desaparecida Pastora y las memorias de la infancia de algunos de ellos fueron quebrando la espera para el corazón de este grupo de cofrades, con los ojos llenos de historia y de realidades. Y esa FE, ese SABER HACER COFRADE, esa ELEGANCIA, han devuelto a la ciudad de Andújar uno de sus baluartes de ese AMOR QUE SIENTE HACIA LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA.
 
¡GRACIAS, JÓVENES COFRADES DEL GRUPO PARROQUIAL DE LA DIVINA PASTORA, POR DEVOLVÉRNOS A NUESTRA MADRE CON TODA LA BELLEZA, LA VERDAD Y LA GRACIA QUE CONTIENE SU SUBLIME ICONOGRAFÍA!
 
 
Fotografía: Carlos Ángel Gálvez Moreno
 
Cuanto estaba era preciso: lo prestado, necesario para explicar ese vergel de Belleza que encierra esta visión de la Madre de Dios como guardesa tutelar de toda la grey Cristiana. Era preciso ver ese báculo pastoreño ejecutado en nobles metales, para que esa parte menos barroca de su Cofradía entienda el porqué de que la Junta de Gobierno lo sitúe entre sus prioridades. Era necesaria la luz cimbreante, cobijada por los guardabrisas, para que asimismo ocurra entre sus fieles y no duden por un instante de que esta iluminación es la que Dios querría para su Madre (¡ya queda un poquito menos para eliminar del todo la luz artificial, pero qué trabajo más arduo habéis realizado hasta la fecha! ¡Enhorabuena por vuestra perpetua Catequesis, que va dando intensos frutos, hora a hora!). Era un lujo poder contar con un manto bordado que terciara su belleza sobre el brazo de la Señora,  con el que envolver su Divina Majestad y bajo el que cobijar a ese rebaño que nos simboliza a todos nosotros.
 
¿Qué decir de la labor de David, de sus camaristas y de la costurera que ha hilvanado esa maravillosa saya Pastoreña?:
 
- Si la mantilla cubría el cabello de una mujer casada con Dios, los jilgueros acercaban a la Madre del Cielo su propia luz entre fulgurantes estrellas.
 
- Si el pellico mostraba su Humildad Capuchina, las joyas y los lazos áureos contenían todo el oropel que requiere para su adorno una auténtica Reina.
 
- Si la pamela era signo de su condición de Pastora, la Corona celestial era su atributo como Emperatriz de las almas que ante Ella se embelesan.
 
¡David, has abierto los Cielos para que, desde la Gloria, Dios nos enseñe como quiere que veamos a Aquella que Él nos dio como Madre y Dueña! ¡Me tienes rendido a tus pies, amigo mío!
 
Y a Carlos Ángel Gálvez, ¡gracias maestro por esta fotografía que me permitirá estar cerca de Ella cada vez que necesite su consuelo y su presencia! ¡Una fotografía al óleo, maestro... UNA OBRA MAESTRA!

 
Fotografía: Celestino Mezquita Miñana

 
Y, ¡hablando de obras maestras! ¡Enhorabuena Celestino Mezquita Miñana por devolver la vida a esta obra del taller de tu abuelo que no estaba perdida,... ¡estaba destrozada! Gracias maestro, por seguir la huella de las enseñanzas de tu familia, ¡con lo difícil que está ese bendito mundo con el que te ganas la vida!
 
 
Fotografía: Hermandad de la Divina Pastora, Andújar

 
Si las cosas se hacen con amor y verdad, con amor y verdad han de ser valoradas. A José Manuel Martínez Pedrajas y a Pedro Palenciano Olivares le debemos el  haber recuperado la impronta pastoreña andujareña en una seña de identidad tan precisa como es su escudo. Ahora, el diálogo entre nuestra Divina Pastora, su vara de Hermano Mayor decimonónica, su Estandarte y su Escudo son un corpus único, sólido, perfecto eje conductor de la Catequesis que esta Hermandad imparte.

 
Fotografía: Carlos Ángel Gálvez Moreno
 
Este Lunes de Pentecostés de 2015 nos aportó a la familia dos celebraciones de un hermoso calado. Por una parte, en la Iglesia de San Miguel Arcángel, el Obispo de Jaén confirmaba en la Fe a nuestra Paula. Aún más dejes sacramentales habría de tener aquella anochecida de Pascua-mayo, con un cielo aborregado que saludaba a su Emperatriz y guardesa. ¡Ese mismo cielo que nos cautivó tanto a Carlos Ángel como a mi a nuestra llegada al barrio que contiene entre sus dones el Coso centenario andujareño!
 
 
¡Primer Gozo Pastoreño: el cortejo Cristiano era abierto, guiado, conducido por la Cruz alzada Parroquial! Gracias a las dos cofradías de esta Parroquia, su seña de identidad como Comunidad Cristiana ha salido a la calle, ¡que es para lo que nuestros ancestros diseñaron estas Cruces Alzadas: para caminar entre el pueblo!
 
A los cofrades, en muchísimas ocasiones, se nos regaña y se nos acusa de sólo aparecer el día de la Fiesta, mas pedimos retablos de cultos y no nos dejan izarlos; a los cofrades se nos acusa de gastar dinero en patrimonio, mas damos trabajo, generamos un legado, ofrecemos belleza que perdura y que convoca hasta nuestro encuentro a personas que dan vida a la ciudad y a sus celebraciones; a los cofrades se nos alerta de que lo verdaderamente importante es la Caridad, mas las cofradías vivimos y existimos para llevar el Amor a nuestros cofrades y a cuanta gente podamos llegar con nuestra labor.
 
¡Hay que empezar a comprender QUÉ SIGNIFICAN VERDADERAMENTE LAS COFRADÍAS y no tenerlas siempre como jarrillo de mano para darles caña! ¡Si estamos todo el día en la Iglesia! ¿No será mejor ir a conquistar corazones que ya olvidaron el porqué de tantas cosas?


 
¡Gracias a la Cofradía de la Divina Pastora por llevar a las calles esta Cruz, diseñada por maese Manuel López Pérez!
 
¡Ya, tan sólo me resta poder ver la Cruz Alzada Parroquial de Cristo Rey por las calles de Andújar! ¿A lo mejor para la Solemnidad del Corpus Christi, junto a todas las Cruces Parroquiales?

 
 
¡Seda adamascada, bordados heráldicos de un noble linaje cofrade andujareño, "Ave María" coronada! ¡Qué gloria ver ondear a las Banderas de la Divina Pastora!...
 
¡Y que lujo tener a maese Reche terciando este noble paño para tremolar su esencia ante la Madre del Divino Pastor y Madre nuestra! Sé lo que tuvo que suponer para él alejarse, por una jornada, de su "Andaluza" y de su "Rosa de Oro" (¡la antítesis de lo que tuvo que vivir maese Manuel López de Torres, que tomaba su alternativa en Andújar con tan nobles enseñas!). Por eso es que maese Reche se volvió en la noche del Lunes de Pentecostés maestro de abanderados y pregonero de vientos ante la Divina Pastora iliturgitana. ¡Enhorabuena compañero!





 
Fotografía: Francisco Javier Segura Márquez

 
Al Pentecostés andujareño le florecen las vidas de los niños y niñas que llevan a Dios como nuevos y fecundos templos de su Evangelio. ¡No le faltan ramilletes de azucenas y valientes marineros a la Divina Pastora de nuestro pueblo!
 
Otra seña de identidad que se recupera es la de los niños y niñas vestidos con los trajes de gitana y currillo. ¡Ya mismo vuelven los "ternos" de partorcillos y pastorcillas! ¡Gran labor de cercanía y proximidad a su barrio la desarrollada por el Hermano Mayor de la Pastora!
 
¡Y que guapísima que está mi Andrea!, ¡una rosita blanca marmolejeña!

 
 
 
Gracias a las Madres Carmen y Antonia, a Francisco Manuel Carriscondo Esquivel y a maese Antonio González Orea, pude aprender y rezar, durante cinco años de mi vida, al amparo del carisma de Amor y Entrega de las hijas de Beata Ana María Mogas Fontcuberta. ¡Y eso imprimió en mi un carácter que ha de durar mientras viva!
 
¡Pues, imaginaros cuántas cuestiones revolotean en mis entendederas cofrades al ver este estandarte de la Comunidad Franciscana Misionera de las Madres del Divino Pastor caminar como parte del cortejo de la Reina Pastoreña!
 
 
¡Y llegó Ella, renacida en su iconografía, bendecida por Dios en cada pliegue de la seda, enjoyada de oro, como la Biblia nos cuenta que soñaron a nuestra Reina! A ello hay que sumar la elegancia con la que la protegía una nobilísima encina, nacida de la tierra fértil de nuestras dehesas.
 
Mi hermano entre Banderas, "Carru", muy atinadamente, iba dando instrucciones a una de las últimas fronteras que le quedan a nuestros hermanos pastoreños y que, a buen seguro, ¡ya está un poquito más cerca de ser superada!


Andújar se hizo música, y nuestra Banda de Música "Maestro Amador" ayudó a florecer, ante la Santísima Virgen, su flamante risco con las marchas que se trenzaron entre los pétalos encendidos de ese altar cuajado de colores, de promesas, de fruta fresca,... de ese Jardín de Dios que se nos mostró en todo su esplendor sobre la memoria de las fértiles huertas capuchinas que vieron nacer a nuestra Dueña.

 
¡Qué pronto volverán a Ella esos jóvenes cofrades que, ofreciéndole su trabajo y su entrega, nos enseñan cómo le reza una juventud que demanda estar cerca de esta forma de vivir y de sentir la Fe, tal y como se la enseñaron sus abuelas!