martes, 18 de marzo de 2014

EL CIELO PROTECTOR


Dios nos va dejando destellos de su Gloria, y Él, sólo Él, es quien pone los tiempos. Es por esto que, de tanto en cuanto, reclama para sí la vuelta de sus hijos e hijas predilectos. Aquí, sobre la tierra fértil que ellos abonaron y de la que obtuvieron frutos, nos queda el magisterio de su vida y anaqueles enteros de memorias a las que acudimos, a cada poco, para seguir viviendo según esos valores que llenan de sentido nuestra existencia.

Es imposible no clamar a los cielos por la levedad del paso de la gente de bien entre nosotros. Y es entonces, cuando, de esa altura de la memoria vuelve a nosotros, ese oleaje de imágenes, palabras, recetas, versos, sentimientos y emociones como legado sublime de los seres queridos.

Lali Medina Medina ha vuelto al Cielo desde el que Dios nos la entregó para que fuera esposa de un hombre cabal (¡de todo un maestro de Castilla!), madre de tres buenas personas, abuela de sólidos pilares para tan noble familia y maestra, siempre maestra, de corazones y conciencias que se forjaron bajo el amparo de su magisterio. 

Lali ya tiene por encerado un remolino de nubes sobre el que escribirá las palabras más hermosas para que querubines infantes aprendan las primeras letras. Ella, maestra por capacidad, por actitud, por condición y como paradigma, deja sentadas las bases de su amor por la belleza en la urdimbre del alma de sus hijos, hijas y nietos, y el tacto vital y el latido de su corazón entero, en el acompasado recuerdo y eterno amor de su esposo, Pedro Corbella. 

Está bien claro que no nos deja; ahora gestiona esa forma de hablar con Dios, de dirigirnos a Él, de pedirle y de agardecerle cuanto supone haber dado vida y forma a una familia cristiana. 

Ahora, el ama y ella estarán cosiendo estrellas en el orillo de la noche de la Sierra, y recordarán las cosas hechas y sabrán que su legado permanece vivo en las cosas por hacer por su familia aquí en la tierra.

Esta Luna última de invierno la ha recibido para ser cultivadora de hojas de pan de plata que den luz a una canastilla con pálpito de Castilla (¡Lali nos trajo toda la nobleza de aquella tierra hasta nuestro valle y nuestra Sierra!) junto a la que acompañarán a Dios en su caminar por la Andújar de Pasión y Primavera.

Ya el Cielo ha crecido aún más. Ya tenemos a otro ángel que nos guarde.

Descansa en la Gloria que mereces, Lali Medina Medina, y que Dios siga bendiciendo siempre a tu familia.

miércoles, 5 de marzo de 2014

REGNAVIT LIGNO DEUS

La parroquia de Cristo Rey, de Andújar, tiene un barrio amplio, una juventud perenne (de todas las edades), una condición social variadísima y, ante todo, a Cristo siempre presente. Esta entrega se magnifica, de una manera absoluta, al contemplar su cuerpo clavado en la Cruz. 


     
La ya pronta primavera conducirá a mi familia al reencuentro con esta parroquia andujareña, donde mi sobrino Marcos vive la Catequesis previa a recibir a Cristo Sacramentado por primera vez. Fue también junto a esta comunidad cristiana que yo recibí mi Primera Comunión. 

Acudíamos a la celebración de la Santa Misa invitados por Marcos para verle participar de la Eucaristía junto a sus compañeros y compañeras de Catequesis. La espontaneidad de los pequeños, la mirada vibrante de los mayores y la calidez y calidad humana del sacerdote infundieron a la atmósfera el sentido Cristiano preciso. Me sentí en casa. 


Fue al término de la Misa que quise recuperar el tacto de aquel aire sagrado hecho plegaria y roce de dedos, ante las muestras de arte que ejercen de puntales catequéticos en este joven templo.



En esta parroquia encontramos la muerte de Cristo en la Cruz interpretada de formas bien distintas, a lo largo de un amplio bagaje artístico y cultural. 

Destaca la efigie que nos muestra a Cristo expirante, situada en la capilla Penitencial, que nos muestra a un Cristo-hombre exhalando su último aliento, con los pies gastados por el fuego y la devoción acompasada con el roce de las manos, que nos transmite un carácter de fragilidad, de cercanía. 




Antonio González Orea nos legó una imagen de Cristo majestad oferente, sacramental, buen Pastor para las almas que ante Él se postran, reflejadas a través de la estética valiente y detallista de maese Francisco Baños, otro de los artistas jiennenses que marcó el arte de nuestra provincia durante las décadas centrales del pasado siglo. Un personalísimo retablo que respira de los diseños de estos artistas a través de toda la provincia.

Y, como Templo, Sagrario y Esposa del Espíritu Santo, el maestro Orea también nos dejó a María que, procedente de la parroquia de San Eufrasio, encontró un marco plenamente acorde a su estética en la parroquia de Cristo Rey, al pie del norteño arrabal andujareño.