martes, 19 de agosto de 2014

CON ÉL Y EN ÉL I - ESTÍO 2014 (PARTE 1ª)

La cercanía de Cristo que percibimos a través de sus Imágenes devocionales también recibe el homenaje de los camareros y vestidores de nuestras Cofradías, alternando sus distintos ternos según los tiempos litúrgicos.
 
Comienza aquí una etiqueta que he dado en llamar "Con Él y en Él", donde seguiremos los cambios de vestiduras de Cristo durante el año cofrade.
 
Jesús en su Agonía del Huerto

Jesús Nazareno, Cautivo y Rescatado (Cristo de Medinaceli)
 

 
Jesús Nazareno, de la Vera-Cruz

Jesús del Gran Poder
 
Jesús Nazareno, Señor de los Señores
 
Hablamos aquí también de Imaginería de vestir y en pequeño formato expuesta a la veneración de los fieles en las hornacinas de nuestras Iglesias y Conventos.
 
Jesús Cautivo, en el Convento de la Purísima, de Trinitarias

lunes, 18 de agosto de 2014

EL SENTIR DE UNA MADRE XIX - ESTÍO 2014 (PARTE 2ª)

Los vestidores tienen en la mente, o abocetados en los baúles de la genética, una miríada de ternos liturgistas para engalanar el talle simulado de la representación de la Madre de Dios sobre esta tierra. Y cuando llega el tiempo para dar cumplida forma a sus sueños, sus manos se convierten en transmisores de una gloria dibujada con encajes, sedas y brocados, a la que sustentan invisibles alfileres.
 
Uno de los vestidores que hace gala de este buen conocimiento de la regia Dama a quien ayuda a engalanarse es maese Óscar Menéndez-Quintana García. Tal es el caso de lo que nos deja demostrado en el terno para tiempo de estío que luce Nuestra Señora de la Amargura, de la Hermandad de Estudiantes.
 
Nuestra Señora de la Amargura
 
Capuchinos es barrio Pastoreño, que a los Dolores de María los cubre de seda y les hace repiquetear soles agosteños entre las ramas de un olivo penitente, para que no se le olvide a la Virgen Niña la bellísima anochecida de Miércoles Santo.
 
Vestidores con mucha ciencia perpetúan este sentido de Hermandad de capa, plaza torera y arco que puebla la piel de la Archicofradía de la Agonía en el Huerto andujareña.
 
María Santísima de los Dolores, de Capuchinos
 
Victoria conserva todavía sus vestiduras regias que la mostraron como Reina en la noche del Viernes Santo, la noche en la que su Soledad salió a llenar de vida su Corredera de Poniente.

Nuestra Señora de la Victoria en su Soledad
 
Una oración perpetúa su memoria, un terno de difuntos la identifica, una vieja Sacristía al pie de una torre la custodia y una plegaria hace nacer la luz sobre su frente en cada nueva amanecida.

María Santísima de los Siete Dolores (Vera-Cruz)
 
Tiene Andújar entre sus formas de llamar a María Santísima en el tiempo de sus Alegrias, de sus Gozos y de sus Glorias, cuatro nombres que van acompañados de la rúbrica del tocado, la gracia y el arte.
 
Os hablo de Nuestra Señora de la Cabeza, venerada en la Ermita de la Calle Hospitales (bella Dama que ha conocido tanto las glorias como las penurias); La Divina Pastora de Capuchinos, que es caudal de Fe para la ciudad entera; Nuestra Señora de los Desamparados, eterna espera de gozos procesionales que llegarán pronto; Y la Santísima Virgen del Carmen, a quien añoran las calles cercenadas de la Judería andujareña.
 
Es el talle, el rostro, el cabello y la figura de estas Señoras las que anhelan los corazones de nuestros vestidores y por las que los cofrades andujareños profesamos un amor sin medida.
 
La espera ha de ser breve, porque el sentido común prima sobre este universo cofradiero en el que nos movemos. ¡Así sea!
 
De esta manera lo está demostrando el empeño de José Manuel Martínez Pedrajas y el barroquismo de David Pérez Gavilán, permitiéndonos volver a gozar de la Madre del Divino Pastor coronada como Reina de Cielos y Tierra.
 
María Santísima, Madre del Divino Pastor
  
Santísima Virgen de la Cabeza, en su Ermita de Andújar

Nuestra Madre y Señora de los Desamparados, de San Juan de Dios

María Santísima del Carmen, de Santa Marina
 
Y en el interior de nuestras Comunidades de Religiosas, la fragilidad de la Imaginería de pequeño formato engalanada con el gusto de las pequeñas grandezas. Tesoros que adivinamos y a los que desearíamos venerar, casi sin rozar su delicada atemporalidad.
 
Nuestra Señora de los Desamparados en el Oratorio

¡Luego hablaremos de las devociones personales que muchos de vosotros guardáis en vuestros hogares!