viernes, 14 de noviembre de 2014

PERSISTENCIA BAJO LA MUCETA NAZARENA

Contenidos en aquel universo que circunvala el tiempo entre las cuatro paredes de la Capilla del Antiguo Hospital, de Andújar, lo hablábamos Luis Miguel Parrado y yo con cierto deje de nostalgia y pasión por lo rancio: quizá seamos los únicos (¡o de los pocos, cuando menos!) nazarenos que aún alzan su muceta de terciopelo, en la Hermandad del Buen Remedio andujareño, sobre capirote de cartón.
 
 
 
Hace algo más de 28 años, en el corazón de la calle Dulce Jesús, de Andújar, en el local comercial situado en el bajo de su casa, maese Rafael Blanco Medina confeccionó en cartón, ajustado con papel de pegar con el sello de "Papelería Blanco", mi primer, y único hasta la fecha, capirote sobre el que llevar enhiesto mi antifaz nazareno de la Cofradía del Señor de la Sentencia y María Santísima del Buen Remedio, de mi Andújar.
 
Esta noble cumbre de cartón y arte ha compartido mis Estaciones de Penitencia, ha soportado el calor y aguantado la llovizna que nos obligó atajar por la calle 12 de agosto de vuelta al templo. Ha marcado con su huella mi frente hasta bien llegado el Sábado Santo. Ha sentido la emoción de ver procesionar junto a nosotros a Nuestro Padre Jesús de la Sentencia después de años de espera y preparación. Ha recalado en el altillo de mi armario durante las benditas vísperas.
 
En la siguiente fotografía, contemplamos el tránsito por el "Peso la harina" de las parejas de cirios apagados que, custodiando el estandarte de la Cofradía, aguardaban la soberana presencia de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia en el cortejo de nuestra Cofradía. Debemos estar en un Jueves Santo comprendido entre los años 1990 / 1996.

 
Ya desde aquel Jueves Santo de 1997, en que El Señor comenzó a caminar junto a su Madre del Buen Remedio, el viejo capirote de cartón pudo disfrutar de la oración nacida de las cornetas que marcaron siempre el andar de Cristo desde su capilla de la calle Cuna.
 
Este aguja de cartón que señala a los Cielos se ha empapado del incienso quemado para el Hijo de Dios, hecho Varón de Dolores y Redentor de miradas; ha sentido el fuego de la cera desprendida de sus ciriales cuando hay que dar paso a la cuadrilla, porque el control de horas lo demanda; se ha dejado perfumar por los naranjos de la calle Ollerías; ha sentido el relente guadalquivireño de la calle Tiradores y ha regresado a casa, por el camino más corto, siendo esa tilde morada entre los verdes capirotes  que acompañan a la Cruz de Guía de la Cofradía de la Esperanza durante su tránsito por la calle Ollerías.
 
 
Una andadura de casi 30 años la de mi capirote de cartón. Incluido la de este 13 de Abril de 2006 que quedó grabado sobre su piel, en un día en el que el Sol lució entre los dorados candelabros de guardabrisas, amarrando las manos del Señor de la Sentencia mientras dictaba su Evangelio de talla y de corneta, al compás de la mecida de su cuadrilla.
 
Esta pasada Estación de Penitencia del año 2014, al volver a su palquillo en las entrañas de mi armario, felicitaba la hazaña de sus años su hermano, mi capirote de malla que viste de ruan Veracrucero en la noche del Domingo de  Ramos.
 
¡Así son las crónicas nazarenas: un continuo tiempo de espera endulzado, permanentemente, por el aroma de los recuerdos!