sábado, 29 de junio de 2013

FIDES SANCTI REGNI V - REGNAVIT A LIGNO DEUS

 
Lo decía en la entrada anterior: Jaén es tierra de luz, de olivos y de memoria agradecida al Sacrificio por Amor sobre la Cruz. Por eso, porque supo conservar su alma de pueblo grande, sus calles  guardan todavía "Cruceros" ante los que santiguarse y saludar al Cristo vivo que brinda salud y guarda y protege a la familia. 
 
Cada vez que la ciudad me llama y hay tiempo para ello, me gusta ascender a su corazón a través de la calle de San Bartolomé, buscando la vida que se le escapa entre los labios al Cristo de la Expiración, y haciendo Estación previa ante este "Crucero" situado en el centro de la estrecha vía, un retablo para la Cruz que ha sabido sobrevivir a la demolición de la casa que le daba asiento. La Cruz se sostiene pese a los tiempos y a las maneras. Hemos de tomar buena nota de estos valientes corazones "jaeneros".
 

 
 
 
Este Árbol, fecundo, firme, inalterable e inolvidable para tantos, soporta el peso de Cristo por siete veces en nuestra capital provincial. Y la Efigie Cristífera elegida para representar este pasaje salvífico de la Pasión de nuestro Redentor fue la del Santísimo Cristo de la Humildad, de la Hermandad del Silencio jiennense, que tiene su sede y asiento catequético en la Iglesia de Cristo Rey.

 
¡Cómo brota la Luz de la Fe entre esa arboleda de candeleros protegidos por guardabrisas que nos iluminan el Camino! A toda estas enseñanzas le presta sus hojas el magnífico trabajo de José Carlos Rubio Valverde y la bonhomía de las gentes de la Hermandad silente y humilde que venera a Cristo, contemplado sobre este altar desde el que se desbordan sus cinco llagas.




 
El cauce que nace de la Cruz de Cristo en Jaén lleva brotando desde el siglo XVI. No en vano, de  las siete Imágenes procesionales que reciben culto en la ciudad, cuatro fueron gubiadas y policromadas en aquella centuria plena de creatividad y trabajo para nuestro noble Reino.
 
La elección de cualquiera de Ellas para participar en esta Catequesis del "Año de la Fe2 hubiera sido totalmente lógica, aunque considerando que desde la parroquia de Cristo Rey ya participaba en esta Magna Manifestación de Fe el Misterio del Prendimiento de Jesús, hubiera sido interesante hacer participar a dos de las comunidades cristianas de nuestra ciudad en esta preciosa jornada de la fe.
 
 
Si consideramos que en los casos de las Efigies del Cristo de la Clemencia, del Cristo de la Vera-Cruz y del Cristo de la Buena Muerte ya participaban los Misterios a los que también rinden veneración sus Cofradías, y que el Santísimo Cristo de las Misericordias de la Hermandad de Estudiantes llevaría consigo los consiguientes traslados desde el Convento de Santa Clara a la Iglesia de la Merced y viceversa, nos quedan dos barrios y dos maravillosas Imágenes de Cristo a los que esta Celebración Catequética hubiera podido convocar también, haciendo partícipes con ello al Centro histórico de la Ciudad de este ir y venir de cofrades y fieles que pudimos vivir.
 
¿Os imagináis lo que hubiera supuesto presentar a cuantos nos visitaban en aquel día la esencia jiennense de las Cofradías del Santo Sepulcro y de la Expiración? El arte contenido en el Paso del Santísimo Cristo del Calvario, culmen de la Imaginería jiennense nacida de las gubias de Sebastián de Solís junto con la posible participación de Luisa Roldán en la ejecución de la Imagen de la Dolorosa, o el sumun de la pasión barroca derramada por José de Medina en la muerte detallada y anunciadora de Gloria del Santísimo Cristo de la Expiración, de San Bartolomé, hubieran acarreado el orgullo para sus cofrades y la maravilla para los foráneos que ante Ellos se pudieran postrar.

 
La Cruz está encumbrada en lo más alto de Jaén, sobre su cerro de Santa Catalina, igual que se conserva en cada rincón al que la fe de los hijos e hijas de Jaén la llevaron, porque la Cruz es altar para el sacrificio y lleva adherida a ella la vida perfecta que no conoce fin.
 
Como epílogo, quiero dejaros esta huella mantenida por el Árbol donde la fe se ensalza. En la Parroquia jiennense de la Inmaculada Concepción y San Pedro Pascual, donde recibe culto la copatrona de nuestra Capital, Santa Catalina de Alejandría, encontramos una Cruz que ya no sostiene el cuerpo de Cristo Crucificado, pero que mantiene sobre ella la huella dejada por el Salvador, por sus brazos y sus pies, mostrando todavía las tres perforaciones producidas por los clavos. Así debe ser nuestra alma, mostrar en ella la huella palpitante de Jesús: que en cada una de nuestras actividades esté presente Cristo y su mensaje de vida.
 

miércoles, 26 de junio de 2013

FIDES SANCTI REGNI IV - JAÉN EN SUS BARRIOS Y EN SUS GENTES


 
Fotografía tomada del blog de Javier García
 
La pequeña ciudad aposentada sobre la ladera de Santa Catalina tiene la piel cuarteada por marcados tatuajes de una personalidad muy individualizada, casi como si se tratara de marcas tribales secadas al sol sobre sus adoquines y fachadas. Esta ciudad que se erigió como custodia del paño de la Verónica, esta capital de provincias que guarda en su escudo el blasón de haber sido frontera y defendimiento de los Reinos conquistadores, salmodia todavía las plegarias rezadas cuesta arriba por los habitantes de sus barrios, aquellos que aún conservan su perfil entre el chasquido de las pisadas del visitante. Y esta retahíla de calles en secular pendiente nos conduce desde las vías grabadas a fuego y golpe de leyenda hasta aquellas otras dibujadas a tiralíneas entre esqueletos de metal y cemento; un nuevo trazado ciudadano que no olvida, eso sí, volver su mirada hacia el ubicuo cerro coronado por el Castillo y la Cruz.
 
Pues bien, estos barrios de Jaén, como no podía ser de otra forma, tienen sus Cofradías, con marcadas señas autóctonas las unas, con pleno caudal de emulación las otras, que son las receptoras de todo un bagaje de esperanzas, de reivindicaciones,  de perdido esplendor, de contagioso optimismo…
 
A la cabeza en la representación de estos barrios ciudadanos, la Magna “FIDES SANCTI REGNI” tuvo  al Príncipe del Barrio de la Magdalena: a Nuestro Padre Jesús de la Caída, el “otro” Nazareno de Jaén. Cada ciudad tiene sus particulares ilustraciones para el Catecismo de su Fe. Es nuestra capital provincial una ciudad de Cristos Crucificados, frente a otras ciudades que son más de reverenciar el andar de Jesús Nazareno.
 
 
Fotografía tomada del blog de Jorge Rodríguez.
 
Siete Imágenes de Cristo clavado en la Cruz recorren las calles jiennenses durante los días de su Semana Santa frente a las dos únicas Efigies de Jesús con la Cruz sobre el hombro que veneran sus Cofradías.
Desperezó sus goznes el cofradiero portón entre la portada plateresca que contiene el relieve de la Santa penitente y la reja que muestra el embrujo del patio de las abluciones, y Jesús de la Caída volvió a atraer para sí un sol cálido y encendido, desquitándose así de aquel astro tibio y breve que lo recibiera en la tarde del pasado Martes Santo. Y parece que sus cofrades quisieron que la piel lígnea de Dios atrapara todos y cada uno de aquellos rayos solares, ya que lo hicieron procesionar hasta la Plaza de Santa María desprovisto de su túnica talar, cubriendo su desnudez escultórica con tan sólo el tallado perizoma con el que signara aquel cuerpo herido su imaginero, el granadino maese Navas Parejo.
El Nazareno de la Magdalena mostró, de esta manera, el orgullo de ser estandarte que proclama la gloria artística del mejor exponente de la iconografía de Jesús Caído que se venera en toda la provincia del Santo Reino: me estoy refiriendo a Nuestro Padre Jesús de la Caída, de Baeza, extraordinaria e irrepetible obra cumbre de la Imaginería penitencial española por el trabajo de su anatomía y encarnadura, la cuál tomó como modelo el imaginero granadino para su Cristo Caído jiennense.
Lógica y sabia elección la de Jesús de la Caída para mostrar el pasaje de Nuestro Divino Redentor con la Cruz a cuestas en esta Catequesis y muestra artística por parte de la Agrupación de Cofradías de la capital provincial, ya que haber optado por la Efigie de Nuestro Padre Jesús Nazareno de los Descalzos hubiera desbordado, sin lugar a dudas, las dimensiones y las pretensiones de este encuentro de Fe.
 
 
 Hablamos de Jaén y de sus puntos cardinales y debemos acudir ahora a su fuente de vida, a su Senda de los Huertos y Barranco de los Escuderos, al Pilar de la Imprenta, a la calle Ancha, al Ejido y Molino de la Alcantarilla. Hacia aquella frontera sur capitalina nos convocaba Nuestro Padre Jesús de la Piedad, y allí nos recibió un barrio que sabe de noches estelares, siguiendo el curso de una Reina de mirada intensa, con la cruz blanquinegra dominica grabada entre la cinta de seda de sus saya de tisú y rosas, con los andares de Señorita vestida de Domingo que busca, cada tarde, el frescor de la Carrera de Jesús, que trae aire fresco de Jabalcuz para rebajar las calores de la Plaza catedralicia, entre el sonido de los arroyos de sus barrancos vecinos y con la vida condensada en sus huertas, sembradas ahora tan sólo por la memoria de nuestros cronistas. Un Jaén que guarda los aires de la Sierra y que pasa el invierno contemplando los neveros perfilados, blanco sobre granito, entre las cimas de la mella y la torre del homenaje del castillo.
 
 
Andan las gentes del Señor de la Piedad, marcando el paso ante la romana cohorte, con una Claudia Prócula implorante y un Pilato belicoso y despiadado, quizás el más arrogante de cuantos “Pilatos” hayan sido tallados hasta la fecha.
 
 
 
Los andares cofrades han querido que Jesús de la Piedad compartiera con Jesús Nazareno de la Vera-Cruz andujareña, durante el proceso de restauración del primero y el nacimiento del segundo, su estancia en el Estudio cordobés de Imaginería de maese Francisco Romero Zafra. La semblanza del que fuera Nazareno del Convento dominico de Córdoba llegado a las Dominicas de Jaén para ser venerado en el pasaje evangélico de su presentación al pueblo por parte de Pilato, y la fuerza sobrehumana de Cristo con la Cruz a cuestas que rige los destinos de los Vera-cruceros andujareños compartieron parte de su historia entre las cuatro paredes de un lugar que ahora marca un recuerdo permanente para aquellos que lo visitaron.
 
La Agrupación Musical “Jesús de la Piedad”, que junto a la de “Jesús despojado” sustentan con su buen hacer buena parte del andar cofrade de la Semana Santa jiennense, acompañó a su Cristo, como si de  un Domingo de Ramos se tratara, y lo llevaron hasta el corazón catedralicio de la ciudad, proclamando la razón de ese amor y entrega que llevan como adalid de todo su esfuerzo a lo largo de tantas noches de invierno.

 Las galas de sus uniformes, que reproducen las de los Alabarderos de la Guardia Real española, embellecieron la regia escolta de honor y arte al Cristo de las Dominicas. Y junto al Señor, un barrio gubiado entre la catedral erigida por los hombres y las cumbres alzadas por Dios, que se dio cita en esta jornada catequética para atraer hacia sí la atención de los cristianos cofrades llegados hasta la ciudad del Dragón.
Os hablaba antes de cemento, cristal, aluminio, altura de pisos y nuevas calles sin pendiente. Y es que Jaén buscó el llano desde su ladera primigenia, abrió nuevas avenidas y alzó bloques de pisos de gran altura. Y para dar Fe de vida a estos nuevos barrios, abrió iglesias de amplias portadas que propiciaron la formación de Cofradías cuyos Titulares son venerados en la contemplación de amplios Misterios procesionales, con gran elenco de figurantes y elevado número de trabajaderas.
 
  
 De uno de estos confines nos llega la Cofradía de la Santa Cena, con su exuberante Paso de Misterio y su meteórico ascenso patrimonial. A esta grandilocuencia cofrade le brindó el brillo de su música la BCT “Cristo de la Expiración”, de Jaén, que mostró su bien hacer con marchas de compleja interpretación.
 
 
El andar de este retablo impacta al más pintado de los cofrades por su magnificencia. Las notas de las voces de metal saetearon el aire jiennense que inundaba el áureo cenáculo itinerante y la ciudad elevó hasta la plaza de la Catedral una auténtica muestra de su radiante arte procesional que impresionó a quienes nos visitaban en esta jornada. Una fachada barroca alzada para capturar la admiración de quien ante ella se situara y un paso procesional impregnado de los mismos mimbres barrocos.  Entre los dos, trescientos años de andadura en la Fe. El Arte contemplado en sus nuevas revisiones, el eterno debate, el manido argumento pro-barroco.
 
Del Salvador nos llegaba Jesús de la Pasión despojado de sus vestiduras, Rey de un barrio al que llegó después de circular por tantos templos, de entrar y salir en numerosas comunidades parroquiales, de luchar por una identidad que, poco a poco, fue encontrando en esta feligresía, fuente de vida que animara el crecimiento permanente de esta Cofradía de los toreros de la ciudad de Jaén, donde Pasión y Amargura se encumbran como huellas de la identidad de un grupo humano que ha luchado muy, muy duro por alcanzar la luz de sus sueños: que Dios y su Madre Amantísima de la Amargura gocen del alto honor que le tributan sus hijos e hijas de Jaén en el saber estar nazareno, en el buen hacer de sus Bandas de Música, en el arte de sus vestidores y camaristas y en el amor de un barrio que ha hecho suya esta comunidad penitente cristiana.
 
 
La primera vez que besé la mano de Nuestra Señora de la Amargura lo hice en el Colegio de las Carmelitas. También viene ahora a mis recuerdos aquel pequeñísimo bajo comercial que ejerció de Parroquia, donde se mostraba sendos cuadros con el rostro de tan sagrados Titulares, cuya presencia entre ellos aguardaban los pobladores de aquella, por entonces, última frontera ciudadana. Conservo también la alegre memoria de aquella Caseta ferial que sirvió para animar, apoyar, ayudar e impulsar la construcción del sólido templo que ahora le sirve de trono a la Virgen de la Amargura, Reina del Salvador, junto a su Divino Hijo, Jesús de la Pasión.
 
 
Estos barrios, pletóricos de identidad y de una Fe firme y bien labrada por el fuego de tantas pruebas vividas, no dudan en afrontar algunas de las cuestas más duras a las que tenga que enfrentarse una Cofradía sobre la faz del planeta. Y ese colosal esfuerzo bien merece el aplauso y el cariño de toda la ciudad del Santo Rostro ante la valentía, el carácter y la forma de ser de sus Cofradías de Barrio.

lunes, 24 de junio de 2013

FIDES SANCTI REGNI III - UNA TIERRA DE OLIVOS

 
Era un sol de los que espanta nubes, más propio de cuadrillas costaleras de las Glorias que de penitentes Misterios. Era una tarde del más puro Junio, donde el propio significado de aquel encuentro habría de propiciar momentos únicos y tan especiales para todos nosotros.

 
Así debieron ser las sensaciones cosechadas por la cuadrilla costalera de Nuestro Padre Jesús de la Salud en el momento de su entrada Triunfal en Jerusalén. El motivo era su acompañamiento musical. Así, al Señor le acompaña durante su Estación de Penitencia la Agrupación Musical de "Jesús Despojado", de Jaén, Agrupación que en esta jornada marcaba el andar de su Cristo Titular, dando lugar a uno de los hechos que ha quedado escrito en la crónica histórica de esta Catequesis cofradiera en la capital del Santo Reino: al Señor de la Salud le acompañaron en aquella tarde-noche los sones de la BCT "Ntra. Sra. del Rosario", de Linares.


 
Su Parroquia de Belén y San Roque también está atinadísimamente presente entre las cartelas de su canasto. Como padre, llamar la atención de tu hijo hacia todos estos detalles es uno de los gozos más hermosos que uno pueda alcanzar.

 
Como os decía en cuanto a lo musical, la calle Tablerón fue escenario de este instante que ha debido grabarse en la piel de toda la cuadrilla: poder llevar a su Cristo sobre el costal meciéndole a los sones de esta Banda de Cornetas y Tambores que, de manera modélica, interpretaron marchas de calado cofrade y raíz firme: ¡qué os puedo decir sobre esta interpretación de la marcha cigarrera: "Refúgiame"!


 
Otro de los detalles que marcaron este día lo vivieron los costaleros "más bajitos" de la ciudad, la gente de Palio, quienes vieron cumplido el deseo que anhela todo hombre y mujer que lleva a su Virgen sobre la cerviz: tener la oportunidad de poder llevar, alguna vez, a su Cristo. Ver a estos ratones jiennenses aguardando su relevo bajo las trabajaderas supuso otro momento irrenunciable que sirve también para avalar el significado de un día como éste.




 
Y todo lo que Jaén encierra, toda su forma de entender las cofradías, todas sus maneras de caminar y de ser tuvieron su cabida en el procesionar de sus Misterios Pasionistas hasta la Plaza de Santa María.
 
Jesús de la Oración en el Huerto fue llevado, entre el oleaje de este olivo jiennense que bien hubiera podido crecer en Getsemaní, por el infinito amor y la dulce querencia por lo propio que demostró su cuadrilla de costaleros y costaleras. El relevo de toda la cuadrilla masculina, que fueron abandonando la parihuela a través del faldón trasero bajo el aplauso y el cariño de la cuadrilla femenina que esperaba su turno bajo las andas, supuso un orgullo para los que sentimos que nuestra tierra es única y merecedora de todo el respeto que debemos exigir para lo que es más nuestro.


 
Y lo nuestro también cobija a un gran número de músicos que dan vida y arte a nuestras Bandas de Cornetas y Tambores, Agrupaciones Musicales y Bandas de Música. En el acompañamiento al Misterio de Jesús en su Agonía de Getsemaní estuvo la Agrupación Musical "María Auxiliadora", de Jaén, con sones clásicos, bonitos y precisos, que me recordaron mis años en Jaén, cuando el aire nos traía los ensayos de aquellas Bandas valientes que fueron la escuela y el modelo de todos estos jóvenes que llevan el nombre de nuestra tierra a todos los lugares cofrades que demandan su arte a lo largo y ancho de toda España.

 
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Fotografía tomada del blog de Jorge Rodríguez
 
En Cristo Rey, Candy y yo le presentamos a nuestro Manuel al Cristo del Amor, a esa Imagen de Jesús que vio nuestros años universitarios. ¡Lo cierto es que le recibimos en su llegada a Jaén! Candy compartió clases y amistad con algunos cofrades de la Hermandad del Amor, el Perdón y la Esperanza. Después de tantos años, fue hermoso ver su emoción al estar de nuevo ante Jesús del Amor y sentir esa energía que el Señor iba entregando en su andar valiente, apasionado, cadencioso. ¡Todo un Paso de Cristo!
 
Porque nos encontramos ante una Imagen tallada por Navarro Arteaga con unas calidades artísticas que le hacen ser alto blasón para el patrimonio cultural de nuestras cofradías. Y esta dosis de arte se une al amor devocional que Nuestro Padre Jesús ha cosechado durante sus años entre nosotros.
 
Acudo a la fotografía de Jorge porque, en este momento, en el cruce de las Calles San Carlos con Cristo Rey, sostenía a mi Manuel entre mis brazos y, la familia entera disfrutaba de ese andar valiente, sublime, colosal, donde el inmenso olivo del Paso del Prendimiento anunciaba las Glorias que nos esperaban en aquella aterdecida mágica.
 
Esta cuadrilla vivió otro momento que recordará durante el resto de su existencia. Su Estación de Penitencia la realiza el Señor del Amor acompañado por los sones de la A. M. "Jesús Despojado", de nuestra Capital. La Agrupación Musical elegida para sustituirla en esta Catequesis fue la A. M. "Jesús de la Pasión", de Linares, que resultó un hito para enmarcar en este día.
 

jueves, 20 de junio de 2013

FIDES SANCTI REGNI II - LA VOZ DE UNA MADRE


 Un sol, como Espíritu en llamas agitadas, la buscó en un día que, aún siéndole propio, pues todos nacen de Ella, la desconocía.

Por esto y por todo, "et expecto" y acudimos a una cita aplazada en exceso por parte de mi familia durante los días sacros.

De pequeño, mi memoria se diluye entre las visitas a la capital (por motivos médicos, las más de las veces) que tenían su cenit durante el almuerzo en el añorado restaurante "Mi casa" (a mi padre le gustaba ese chascarrillo resultante) y su culmen final en la visita a la Santa Iglesia Catedral, frente al Santo Rostro del Jesús hebreo y la búsqueda de las tijeras en el regio costurero de una Madre buena. Mis primeras sensaciones ante Ella, ante Nuestra Señora al pie de la Cruz, eran de profundo silencio. La rotundidad catedralicia me mantenían a una prudente distancia de la obra de arte. Ante mí sólo se desarrollaba una historia de muerte y de Vida.


Mis años universitarios me llevaron a su encuentro con un nuevo cúmulo de sensaciones. Y mis lecturas de las ediciones anuales de la recordada, y consevada como oro en paño, revista "Alto Guadalquivir", editada por "Cajasur", en la que la fe de Ramón Guixa Tovar y Emilio Luis Lara López me catequizaban manteniendo mis ojos sobre Ella, encumbraron esta adhesión de amor y entrega absoluta ante la Reina  Madre del noble Jaén.


La tarde del día señalado guardaba el aire de la "Misa en si menor", de Bach, según la batuta de Harnoncourt, siguiendo los surcos de su edición en vinilo (porque es preciso, en ocasiones, retornar a los granitos de polvo que hacen vibrar la aguja).


El cortejo que la precedía era, sin lugar a dudas, ¡catedralicio! La bellísima medalla de la Hermandad de la Buena Muerte, lucida sobre el pecho de las cofrades de la corporación pendiendo de su cinta, el andar cadencioso de la Cruz de guía, con visos de la Cruz del chantre, los roquetes y los ternos con la heráldica,... la huella del tiempo, en definitiva, convirtieron la calle Teodoro Calvache en la sexta nave catedralicia.





Y en su desembocadura, un Sol de poniente que se hizo rostrillo ambarino rodeando el imperioso llanto y la mirada calma que busca la respuesta en una fe que nace desde el pecho, sobre el que las manos buscan un altar, mientras rehuyen el tacto de una piel que ha de mantenerse fría tan sólo durante tres días.

No hay dolor como éste, no hay cercanía que muestre mayor distancia, no hay tiempo de Pascua que nos haga olvidar estos días.


 Desde aquel Miércoles Santo de 1927, la Cofradía de la Buena Muerte, de Jaén, ayudó a la fe de todo un pueblo a ponerse de pie, abandonando todo rastro de laxitud propiciada por una época de dudas, acudiendo al inagotable caudal de la bonhomía de las gentes del Santo Reino, del arte conservado y reverenciado en nuestra tierra, del legado recibido de los siglos de esplendor y de una esperanza cierta en un futuro mejor.

Los anderos de la Señora, desprovistos para esta ocasión de su túnica y antifaz, dieron muestras de una elegancia que nace de las gentes de nuestra tierra, de un saber estar y acompañar a una Madre buena. Sublime andar del cuerpo de portadores de la Cofradía de la Buena Muerte: ¡ejemplar!



La música para una Cofradía es como el hilo que pespunta las piezas creadas por un bordador, o como la escofina para el imaginero, o la piedra de ágata para el dorador.
La Banda de Música "Blanco Nájera", de Jaén, bordó un manto para la Virgen de las Angustias, suavizó el llanto de los dos pequeños que la custodian desde que llegaron a la Catedral, y pulió el pan de plata con el que se visten de luz de luna sus andas.


La Madre de Dios, oferente del Cuerpo de su Divino Hijo mientras aguarda la Resurrección, se vistió de alba, casulla y estola para guiarnos a través de una Catequesis de Pasión, Amor, Arte y pura, purísima Fe.