sábado, 18 de mayo de 2013

TRES RAZONES: NUESTRAS TRADICIONES


¡Se está perdiendo el timbre de voz andujareño! Me lo decía, hace algún tiempo, maese Pedro López durante uno de nuestros diálogos, entre café y azulejos, degustado en el refugio irreductible de la mulería iliturgitana: la sabia barra de "Los Naranjos".


Alegaba Pedro que la marcha de nuestros jóvenes a sus lugares de estudio producía en ellos un desarraigo del acento, de la entonación y del vocabulario particular del habla andujareña. Aquí, nuestro Fran Carriscondo tiene mucho que decir. Y es cierto que, entre aquellos que se marchan, la musicalidad de nuestra habla se va diluyendo con otros usos, en ocasiones, excesivamente tópicos del acervo cultural andaluz, muy manidos, poco nuestros, demasiado repetidos. Para colmo, las  posibilidades de que este habla guadalquivireña de Andújar perviva entre aquellos jóvenes que han permanecido en el pueblo también se ven asaltadas por una jerga auspiciada por las músicas y las gestas llegadas de los más diversos confines.

El futuro parece que nos va a "homegeneizar", a "estandarizar" con el resto del mundo.

La tradición, que es el "leit motiv" de nuestras cofradías, es un hálito que permanece compartido por una comunidad entera. A buen seguro, las fotografías que ilustran esta entrada tienen su equivalente gráfico y emocional en los anaqueles de muchísimas familias andujareñas y de nuestra comarca, sean o no cofrades.

Ningún cofrade podría negar el anhelo de que el Cristo o la Virgen a los que venera en su Hermandad sea entendida por su pueblo como un don propio. Ese es uno de nuestros mayores gozos. Y nadie duda que para llevar adelante cualquier actividad es preciso una organización que se encargue de ello y que tenga su relevo con el paso de cada mandato.

La tradición está íntimamente ligada al recuerdo colectivo. Lógicamente, para considerar un ritual, un acto, una actividad como tradicional, éstos deben ser asumidos por la comunidad que los lleva a cabo; ¡esto es algo indispensable!


Un inciso: ¿Recordáis esta manta con la que mi hermano Luis y su bella acompañante a la grupa (una de nuestras primas) adornan su cabalgadura? Casi tres décadas después, sirvió para engalanar a mi "Nazarena".

Quiero contaros algo que aprendí de José María. Era un placer compartir con él las tardes de radio entre el repique de las doce campanas de plata. Él era un hombre sin guiones. Me dejaba hablar, que yo filosofara sobre formas cofrades, mientras él escuchaba, me dejaba decir y, con su talante, con su enjundia, me enseñaba lo que significa realmente SER ROMERO: algo que tiene mucho que ver con ir a los parajes más hermosos de la Sierra para buscar peonías para nuestra Reina.

El "Bollos" no es que fuera el mejor de los hijos de la Virgen. Son numerosas las generaciones de hijos e hijas de la Virgen que han dado la vida entera por Ella. José María fue uno más de ellos, pero su ejemplo me infunde la admiración permanente, porque al saber de su enfermedad y de sus consecuencias, él siguió en su lugar, en su sitio, trabajando por su Virgen, por su familia, por su pueblo, por su Hermandad de Andújar y por sus Hermandades hijas y hermanas en la fe. Esa es la rotundidad y la fuerza de su ejemplo. Y la calle más hermosa que le podemos dedicar a su memoria es aquella que nos conduzca al diálogo, al encuentro, a la puesta en común de proyectos, de ideas, de sugerencias.

Él nos diría que el pueblo entero de Andújar y la tierra entera somos hijos e hijas de la Virgen de la Cabeza y que juntos construiremos su Hermandad.

El lema que reza el Estandarte de Gala de Andújar deja bien claro esta realidad: "DE ANDÚJAR, EN HERMANDAD, ERES VIDA, FE Y ESPERANZA". No se trata de la Hermandad de una ciudad, sino de una ciudad entera que vive su fe como una Comunidad viva. El debate no está en a quién pertenece o no... no podemos dar pasos atrás después de tanto esfuerzo, ni podemos considerar a los hijos e hijas de Andújar como catetos porque no barajan protocolos más comunes fuera de nuestras fronteras. Porque nuestras madres, que nos dieron la vida y que han hecho todo cuanto han sabido para llevar adelante a sus familias, muchos protocolos nobiliarios no sabrán, pero saben, desde pequeñas, participar en un acto religioso con el decoro en el vestir que se requiere. ¿Cuántas veces os han dicho vuestras madres aquello de: "¡Con esa camisa o ese pantalón no vayas a ir a Misa, coge el hato de los domingos!"


Si contempláramos una fotografía del Camino tomada en los años cincuenta del pasado siglo, seguramente que esta "verea" por la que me guía mi hermano Paco cuando hice junto a él nuestro camino de promesa por el nacimiento de mi hijo Manuel, sería menos profunda. ¿Os imagináis que alguien sugiriera borrar de ella los pasos, las oraciones, las promesas, las alegrías y la fe que han ahondado esta sublime y bendita trocha romera?

Este es uno de los principios más comunes, más sublimes, más necesarios y más precisos en la vida de un hijo o hija de Andújar.



¡Y éste es el resultado de nuestros cortejos heredados, de las tradiciones que hemos recibido del ser de Andújar, de su fe, de su arte, de su saber estar, propio, particular, único, irrepetible, llegado a nosotros desde nuestros predecesores, hace siglos, que hasta los lienzos barrocos así nos lo han enseñado!

Esto, hermanos y hermanas mías, es ANDÚJAR: ¡un niño jugando a tremolar Banderas en el patio de su casa!, ¡o aprendiendo el redoble del tambor romero!, ¡o jugando a ser andero con sus amigos, con unas anditas que le ha hecho su abuelo y una Virgencita vestida por su tía, la costurera! 

¡SE PUEDE PEDIR ALGO MÁS GRANDE, MADRE MÍA DE LA CABEZA!







Yo no quiero que me hagáis caso. Yo no quiero que me contestéis, ni que tratéis de explicarme nada. Estaba aquí. Lo he visto todo, de primera mano. No me tenéis que contar lo que se pretende, ni el motivo por el que se ha hecho, ni motivos más o menos peregrinos.

Escribo esto sólo porque sois mis amigos y quiero compartir con vosotros estas fotografías que cuentan parte de la vida de mi familia, al igual que esos maravillosos álbumes de fotografías de los que he podido disfrutar en vuestras casas, en vuestros blogs y en vuestros perfiles.

Soy de aquí; amo aquello que hemos heredado de nuestros mayores y que está lleno de significado. Un día, un andero de la Virgen de la Cabeza, después de caminar yo junto a él por un trecho, me cogió por los hombros y me dió un relevo en el varal trasero derecho de las viejas andas de la Coronación del 60. Yo no quiero saber más que nadie. Me acuerdo que mi madre me regañó cuando llegué a casa con la camisa rota después de dejar a la Virgen en su Ermita sirviendo bajo sus andas, y que después me dio un beso que duró muchísimo mientras ponía la flor que le había traido en el mismo sitio donde pone siempre las flores que le traen mis hermanos al llevar al Buen Remedio.

Somos andujareños, enamorados de una Madre bellísima, y que tenemos que transmitir la verdad de nuestras costumbres a cuantos nos observan. Ser Matriz es mucho más que un título tomado de otras tierras o un nombre sobre una Bandera. 

2 comentarios:

  1. La forma de hablar, como todo en esta vida, tiene mucho que ver con el nivel de prestigio que tenga. Si la forma no es prestigiosa, se sustituye por otra. Si nuestra variedad andujareña cambia significa que no se tiene como modelo, lo que quiere decir, a su vez, que hay otras variedades consideradas, por unas u otras razones, modélicas. Y el tema del habla es extrapolable a otros ámbitos, como, por ejemplo, nuestra forma de celebrar las manifestaciones religiosas populares…

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