martes, 3 de mayo de 2011

VIERNES DE DOLORES 2011

Imagen editada por Francisco Toribio

Hoy me apetece, de manera muy especial, recordar el eclipse de Luna que tuvo lugar el pasado Viernes de Dolores. Este es el comienzo de una solemnísima celebración que prende cera concepcionista en la delantera de Palio de nuestra Semana Mayor.

He visto en alguno de nuestros blogs locales la celebración del devoto Besamanos a Nuestra Señora de los Dolores celebrado en la parroquia de la Divina Pastora y hemos hablado en anteriores entradas de este blog acerca del Besamanos ofrecido a María Santísima del Mayor Dolor, de Santiago.

Vamos ahora a dejar que la Luna se eclipse ante la presencia de Nuestra Señora de los Dolores, de la Vera-Cruz en estas horas postreras de la noche que cierra el tiempo de espera.

Este día es de grandes afanes en el seno de la Cofradía Veracrucera y tengo que agradecer la gentileza de Paco Toribio haciéndome llegar esta bellísima edición de la Imagen de Nuestra Señora en su tránsito por las calles de su barrio de San Bartolomé, y permitiéndome, igualmente, que pueda exponerla a la pública contemplación en este diario virtual. Paco ha captado cómo la propia torre de San Bartolomé y hasta la calle Vera-Cruz se hacen de plata para servir de trono a María Santísima contemplada en el padecimiento de sus Siete Dolores. El Sol que eclipsa a la Luna es, en esta composición, la propia belleza de la Madre de Dios, y la rocalla dieciochesca que enmarca a María es una Letanía que parece tomada de los viejos libros del Rezo de las Horas, como si los Franciscanos hubieran vuelto a musitar el rezo de Completas en las noches andujareñas.

Paco ha sabido captar la luz y el equilibrio justos: la luz que nace de este rostro PERFECTO que la propia Virgen quiso inspirar a la esencia artística de maese Manuel Luque.

Y todo lo prende el fuego del Espíritu Santo que parece consumir la saya diseñada y bordada por Pedro Palenciano y la plata aurífera que corona a la Reina del Firmamento, que fuera realizada por Joaquín Ossorio, platas que encuentran su reflejo en el semblante del creciente de luna  tan correctísimamente interpretado por Álvaro Fernández.

El silencio lo quiebra todo, la cera blanca anuncia doce varales de forja plateada, una Cruz de ámbar y plata muestra la fe de una Cofradía entera. Cofrades con corazón nazareno construyen una senda inquebrantable. Andújar proclama que María es su Reina.

Ahora os hablo de Julio Cachinero.

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