miércoles, 2 de febrero de 2011

DE LA PRESENCIA DE LOS ANDEROS

El mundo de las Romerías predispone a considerar que las andas sobre las que camina una Imagen de María contemplada en sus advocaciones gloriosas han de ser llevadas por todo aquel que se acerque hasta ellas, porque así lo demanda ese encuentro anual y festivo con tan excelsas Titulares que sirven de cauce a la veneración de las virtudes de María.

Y quien se acerca a la Madre de Dios y quiere llevarla sobre su hombro lo hace con el corazón limpio, igual que su propia apariencia, en la manera en que esta higiene externa le sea posible al romero después de hacer camino hacia Nuestra Señora.

Es por esto que en siglos pasados los cofrades cubrían su atuendo con este hábito blanco al igual que este tocado sobre su cabeza. Aquí los vemos retratados por Bernardo Asturiano. Hablamos del siglo XVIII:

Una reminiscencia de estos tocados blancos la podemos encontrar en el pañuelo que los hijos varones de Lora del Río lleva en su cabeza cuando acuden al encuentro de su Madre y Señora, María Santísima de Setefilla:




Y esta misma pureza es la que guardan para su Soberana y Reina, Nuestra Señora de Araceli los anderos que la llevan, de Pastora, haciendo gala de la elegancia de estos santeros de Lucena. Camisola blanca, pañuelo al cuello, escudo sobre el pecho y faja verde parecen devolvernos viejas imágenes de una Andalucía con empaque y saber estar, que gracias a estas gentes del sur, nunca llegará a perderse en nuestra tierra.

Sólo podemos llegar a una conclusión: el saber estar en cada momento nos llega en la leche materna.

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