lunes, 13 de junio de 2011

MORTEM AUTEM CRUCIS II

Santísimo Cristo de la Agonía. Capilla del Conde. Santa María la Mayor
El espacio gótico, junto al efecto de luz provocado por las vidrieras sobre las cenefas doradas que decoran arcos y ojivas, da cobijo a este Cristo expirante que nos impresionó de pequeños, lo mismo que sigue haciendo con mi Manuel.

La macilenta silueta sangrante se alza sobre la crestería del altar y nos habla de tiempos de aristocrática memoria, en un teatral espacio sabiamente devuelto al culto público y convertido en capilla sacramental.

Nunca nos hubiéramos imaginado que este Cristo de la Agonía viera las calles como ocurrió durante aquellos primeros Via Crucis realizados en la jornada del Martes Santo por la Hermandad de la Esperanza.

Santísimo Cristo de la Providencia. Hermandad de la Esperanza. Santa María la Mayor
Acertaron los mayores, a mi juicio. ¡Qué mejor nombre para este Cristo muerto sino el del Titular del retablo de la Alhóndiga?

Cada Martes Santo, la devoción de Andújar se vuelve a escribir, a cera y silencio, sobre las paredes en otro tiempo encaladas de nuestro Casco antiguo.

El vericueto de calles de la cercenada Judería lo recoge y lo envuelve de incieso y mantoncillos bordados de bouganvillas. La propia ciudad, en su corazón medieval, abierto en canal por viejas pretensiones vanguardistas, se arrodilla de nuevo ante su Cristo de la Providencia, y le pide que siga velando por ella, hasta el final de sus días. La Andújar cristiana se viste de duelo para rezar entre el racheo costalero, a su Señor de la Divina Providencia.


Calvario en la calle central del retablo de Santa María la Mayor
El viejo retablo franciscano, que vio procesionar a mi Nazareno Vera-crucero, se deja rondar por las bóvedas renacentistas que le han dado una nueva dimensión a su Coronación de Madre pura y limpia sobre capiteles dorados de corintias formas.

Un Calvario a la manera de la imaginería gerundense completa ahora el cuerpo central y lo catequiza a la vista de los fieles que en Santa María se unen en Matrimonio. Los doctores de la Iglesia, junto a San Mateo, acaban de dar forma a esta miscelánea de estilos y de tiempos. Una muestra más de lo que supone la historia de cada pueblo en la hendidura de su huella en el arte propio.

Magdalena, penitente, se abraza al divino Madero.

Cristo Crucificado, obra de los hermanos Expósito Cortés. Sacristía de San Bartolomé Apóstol
Los hermanos Expósito Cortés son deseados en la ciudad por los cofrades que más gustan de permitir que los artistas sean profeta en su tierra, y en el caso de estos dos maestros imagineros, con razón plena.

Este Cristo muerto modelado según el saber antiguo, nos hablan de maestría en el juego de las manos sobre el barro, de perfección en el trabajo anatómico, de gusto y refinado sentimiento en la más adecuada policromía y de una estética llena de sabor pasionista.

En Lliria ya disfrutan de su plástica y de su composición estética. Esperemos que, pronto, podamos ofrecer a estos imagineros un bien merecido proyecto para la ciudad. Ya lo hablábamos en entradas anteriores: son muchos los aspectos a considerar en este asunto. 

Crucificado que preside el presbiterio de la parroquia de San Eufrasio
De los años en los que se ubicaban en nuestros templos las Imágenes que habrían de dar soporte físico a las oraciones de los andujareños y andujareñas daran buena cuenta los crucificados que iremos viendo aparecer en esta sección "Mortem autem crucis", como es el caso del que preside el Presbiterio de la pequeña parroquia de San Eufrasio.

Cristo Crucificado en la Sacristía del convento de San Juan de Dios
En mi visita al convento de San Juan de Dios, y gracias a Madre María Auxiliadora, sacristana de arte del ejemplar convento donde se custodia a la Reina decana iliturgitana, encontré en la recoleta sacristía este Crucificado, con perizoma especialmente largo (a la manera castellana, recordando los viejos paños de pureza de siglos pasados), Cristo que muestra una policromía muy delicada y preciosista. ¡Qué bello Icono, y que lujo de detalles guardan nuestras sacristías!

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