viernes, 27 de marzo de 2015

AL NAZARENO DE SAN PEDRO - CRÓNICA DEL PREGÓN DE UN HOMBRE DE FE

Andújar es una tierra sana, hermosa, bendecida por Dios y habitada por su Madre Santísima. Andújar es una tierra de personas buenas, que saben lo que significa ser fieles a un linaje, seguir la huella aprendida por amor, vivir por lo que se ama, actuar por amor y vivir de actos.
 
El pasado Sábado, en el sublime escenario que la Comunidad Educativa de la "Sagrada Familia" dispone en la calle Alhamar, junto a la memoria Capuchina del Convento de San Roque, me reencontré con el hombre que conocía desde hace años, pero encumbrado a la enésima potencia de los andujareños ilustres. Maese Manuel Andrés Barea Collado ocupada el atril desde el que pronunció el Pregón para la Semana Santa andujareña en este año del Señor de 2015. La historia se daba la mano con su ser más elegante, con el don de la paternidad que Dios nos permite vivir sobre esta tierra. Andújar daba la palabra a uno de sus más doctos paisanos para que nos llevara de vuelta al encuentro con lo que somos.
 
 
Las palabras de Manuel me atraparon desde el primer renglón, cuando, como buen maestro de literatura, comenzó la narración de la vida de un cofrade a través del retrato de esos anhelos, sueños, vísperas, emociones y proyectos que sienten estos cristianos, poco entendidos por sus paisanos menos dados a la pública manifestación de su fe, y, en ocasiones, tampoco demasiado cobijados por los sacerdotes, que ven en esta manera de sentir y de actuar una fe anacrónica, fuera del siglo y cautiva más de la imagen que de la plegaria sentida.
 
Manuel nos situó en el día a día de un cofrade durante todo el año. Lo hizo de la mano de Teresa, Juanjo, Gregorio, Mario, Cabe (¡gracias, maese Manuel, por no permitir que este nombre se borre de nuestra esencia!) y algún que otro bendito capillita suelto por las esquinas de cera y flor y varal y vigilia. A través de una maravillosa historia recreada de la emoción vivida en tantas tardes de priostía junto a su padre, el pregonero nos llevó de vuelta a lo que somos y que jamás se debe perder.

 
¡Maravilloso principio el de esos dos jóvenes a las puertas de San Eufrasio, viendo la vuelta de Cristo Crucificado al barrio más joven de la ciudad y dar comienzo así a la crónica de una Semana Santa aún por vivir!
 
El pregonero volvió a encalar las paredes de la Ermita de la Aurora para que saludaran el tránsito del Señor de la Paz montado sobre un humilde pollino. De la forma más envolvente que se pueda soñar, dio paso a la memoria de la Estación penitencial de la Vera-Cruz a través del diálogo entre los jóvenes y un residente de San Juan de Dios. ¡No le cabe más arte a la memoria, no hay mejor figura literaria, no hay mayor intensidad que la de dar paso, a través de la mirada de lo que fuimos, a lo que pretendemos llegar a construir y recuperar!

 
Nos tenía Manuel cautivos, aguardando el intenso trabajo, el prolífico océano de citas y de costumbres que compartimos con Teresa y con Juanjo y con sus conocidos, que eran nazarenos y costaleros y costaleras y mujeres que visten la mantilla española y jóvenes conocedores de la historia cofrade de Andújar y amantes del arte,... ¡vamos, que no dejó el pregonero palo si su vela!
 
En ese ir y venir de capillitas de templo en templo, de acera en acera, de tradición en tradición, conocimos hechos históricos de los que, quien esto escribe, no tenía conocimiento (¡de maese Manolo Barea siempre se aprende algo nuevo!). Nos reencontramos con hijos de la ciudad, del noble apellido Barea, ocupando presidencias de nuestras cofradías por décadas enteras; y recuperamos la memoria de los artesanos que enseñaron a sus hijos a fabricar capirotes en la calle Dulce Jesús; y agradecimos el tesón y el amor de esas benditas camaristas (su madre entre ellas) que cuidaron y velaron y dispusieron todas las prendas para que la Madre de Dios, la Virgen María, estuviera siempre tan guapa como en el Cielo nos espera. 


 
¡Las buenas personas lo son porque nacen y son educados por personas buenas! No olvidaré nunca una de aquellas jornadas de la Octava del Corpus en la feligresía de San Bartolomé, cuando Manuel ayudaba a su padre, ya debilitado por la enfermedad, a montar el retablo y altar que habría de saludar el paso de Su Divina Majestad por el viejo local familiar de la calle "El aire". Estoy seguro de que así lo seguirá haciendo el pequeño Manuel Barea junto a sus hermanas. Porque la semilla es verdadera, porque el amor es real, porque lo lleva dentro.
 



 
 
 
No dejó el pregonero fuera ni un solo matiz, ni un solo momento, ni una sola estampa antigua, ni un solo instante vivido... Y no desaprovechó la oportunidad para ver convertidos en realidad los anhelos capillitas de nuestro pueblo, los que sueñan con ver a Nuestro Padre Jesús Cautivo, a Nuestra Señora del Mayor Dolor y al Santísimo Cristo del Amor y la Humildad (¡gracias, tocayo! Yo creo que sor Esther verá un tránsito tan Franciscano y tan dulce como el que le sueñan los altozanos mínimos de la ciudad al Cristo de la Buena Muerte).

Y tampoco permitiría el pregonero que se perdiera la memoria penitencial y de fe del Cristo de la Columna, de Santiago, y la de los Crucificados de las Batallas y de Burgos. ¡Bonico es Manuel para dejar aparte la historia cofrade de Andújar! ¡Aquí no se pierde nada! Vayamos a donde vayamos, como nos recordó el pregonero, ¡NO HEMOS DE PERDER LAS HUELLAS DE IDENTIDAD AÚN MANTENIDAS!: las tulipas protegiendo los codales de cera, los elementos que aún portan los cargos de la hermandad del Santo Sepulcro, la bandera de vela de la Virgen de las Angustias, la bocina del Señor de los Señores, nuestras mujeres de mantilla...
 
Manuel tenía en la faltriquera aún un deseo más que transmitir a nuestras conciencias. Y es que, de aquí a doce años, la ciudad celebrará dos aniversarios magnos, difíciles de contar con la huella de una vida. Me refiero al octavo centenario de la Aparición de Nuestra Señora de la Cabeza y al sexto centenario de la creación de la Cofradía de la Santa Vera-Cruz andujareña. Ante tamaña acumulación de años, de Estaciones penitenciales y de Romerías abrileñas, Manuel nos lanzaba un magno reto a los cofrades: ¡preparar una procesión del Santo Entierro Magno en nuestra ciudad! ¡Interesante propuesta, tocayo!
 
 
El profesor Barea, como investigador, es un Jándula de información en cada ocasión en la que puedes hablar con él y en todo momento en el que lees alguno de sus escritos, como es el caso de todas y cada una de las entradas que dan vida a su blog: NOMBRES PARA LA HISTORIA DE ANDÚJAR.
 
Es por ello que, al final de su Pregón, no podía por menos que hacer esa mención expresa y bellísima a todos nuestros artistas y artesanos, habidos y por haber, que eran los artífices de un maravilloso cortejo patrimonial para ese Cristo Nazareno, acompañado de su Madre Dolorosa, que nos llegaría, vestido de blanca túnica, desde el otro lado del Guadalquivir, de esa ermita de San Pedro que nos habla de una Andújar cerrada, sostenida por sabe Dios que humildes, pero sólidos, cimientos, que pueden contra el olvido, contra las pintadas, contra la desidia, contra las excavadoras... contra ese otro sello que nos ha marcado durante décadas: ¡la tontería de estar por la "modernura" de querer ser una ciudad adelantada a su tiempo!
 
Yo quiero, Manuel, servir junto a ti en esa Hermandad del otro lado del Río; vestir la túnica penitente, volver a aferrar la mano de mi padre y caminar junto al Divino Nazareno que no abandonará jamás esta Andújar que te debe el agradecimiento de haber cuajado un magnífico Pregón para nuestra Semana Santa.
 
¡Que Dios te bendiga y te guarde siempre hermano! ¡Y seguimos, continuaremos construyendo las vísperas de esta ciudad que lucha por ocupar su puesto, por ser lo que fue, por defender su derecho!
 

3 comentarios:

  1. Prodigiosa, como siempre, tu palabra. Excesivos, eso sí, los halagos. Solo soy aquel chiquillo que acudía a la ruinosa iglesia de Santiago en busca del paso de ruedas que los Mefre tallaran para mi Cristo. Solo soy aquel que se entretenía jugando a procesiones por los vericuetos del comedor familiar y el patio. Tan solo, un aprendiz de cofrade. Y el otro día, volví a disfrutar como un niño chico (dicho de esa forma, en purito andujeño). 1227 - 1427 - 2027: jalones de una historia que llevamos dentro. Gracias, paisano, tocayo, hermano.

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  3. Gran apunte el del Santo Entierro Magno, ¿serían capaces desde la Matriz y Veracruz de poner de acuerdo todas las Cofradías? Hay 12 años para ello....

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