viernes, 29 de octubre de 2021

LA ESPERANZA ÚNICA RECORRE ANDÚJAR - PARTE 1 - DIGNVM ET IVSTVM EST


¡No sé ni tan siquiera por dónde empezar! ¡De momento, me he puesto, como fondo ambiental, una hora y tres cuartos de marchas de la Banda del Maestro Tejera!

Hay una imagen que campa en mis recuerdos cada vez que entro en la iglesia de Santa María y es a raíz de este recuerdo por lo que siempre hago por sentarme en las bancadas más cercanas al retablo de Nuestra Señora de la Esperanza. 

Se trata de una memoria conservada de aquellas vísperas del Jueves Santo, hará alrededor de 40 años, si no más. En aquellas febriles y fértiles vísperas cofrades andujareñas, aquellas iglesias y capillas que albergaban cofradías en nuestra ciudad, se volvían un reino prometido para los fieles cofrades que preparaban los pasos procesionales y engalanaban a sus sagradas Imágenes para rememorar los días grandes que recuerdan la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.



Aún me recuerdo, en uno de aquellos días, caminando por el interior de la iglesia, con los ojos y el alma cautivos de aquella magnífica atmósfera que producía el trajín de personas llevando y trayendo objetos y enseres bajo las bellas bóvedas, tan solo iluminadas por la tibia luz que atravesaba puertas y ventanales. Y he aquí que recuerdo ver como Carmela García, junto a otras damas andujareñas, daba los últimos retoques a María Santísima de la Esperanza instantes antes de que nuestra Reina y Madre fuera entronizada bajo su palio. Aún me veo casi escondido tras uno de los magníficos pilares, sintiendo que había poca diferencia entre la Tierra y el Cielo. 

75 años de rendida devoción a la  Santísima Virgen de la Esperanza se han cumplido para las nobles almas cristianas de nuestra ciudad. Toda una Letanía de piropos musitados con el timbre del habla andujareña. 75 años durante los que no ha cesado el reguero de cera que se funde por amor a la más bendita entre las mujeres. Una maravillosa vida que se ha perfumado de esa fe que mezcla el incienso con el perfume de las rosas de nuestros patios y jardines. 


¡Que infinita sensación de plenitud transmite ver llegar a una cofradía! ¡Es la consumación más absoluta de las vísperas!

Despacio, de manera cadenciosa, con equilibrada y solvente presencia, caminaba el estandarte fundacional que para la cofradía de la Esperanza bordara Sor Maximiliana Gor, Hija de la Caridad que vivió su vocación religiosa como enfermera en el Hospital Municipal andujareño. 



Y tras el estandarte corporativo de la hermandad, los que están creciendo en esta devoción a la Misericordia y la Providencia que de Dios recibimos, junto a la Esperanza que aprendemos de su Santísima Madre. Esperanzador tramo de juventud, seguido, en armonioso compás, por sus hermanos de mayor edad y antigüedad en la corporación nazarena de la noche del Jueves Santo andujareña. Ejemplo de lo que significa la vida cristiana vivida en hermandad: aprender de los mayores y seguir su ejemplo y su huella. ¡Este es el camino! ¡Y debe andarse siempre de la misma manera! La fe nos conduce a una certeza, que encuentra su camino de expresión a través de nuestras devociones y donde se cumple la necesidad de ser útiles, de acercarnos y ayudar en las tareas que se han de desempeñar, no sabiendo más que nadie, sino haciendo igual que todos. ¡En el trabajo diario está el reconocimiento a lo que uno sabe y es capaz de hacer!

Quienes me conocéis, bien sabéis que todo lo reduzco a una máxima: ¡NO ME LO DIGAS,... HAZLO! ¡Y es que estoy muy cansado de habladores que no sacan las manos de los bolsillos!

La Hermandad de la Esperanza da magníficas muestras de fructífero trabajo por parte de sus hermanos y hermanas, pues no faltan ocasiones en las que este brilla y descuella con refulgente y vivísima ejemplaridad. A la magnífica exposición que hemos podido vivir en Santa Marina con motivo de esta celebración de aniversario me remito. ¡Y por si no fuera poco el trajín que requiere el soberbio montaje realizado por la hermandad, han tenido que bregar también con el negro burel de la absurda burocracia que les ha rodeado en los momentos más inadecuados! 

¡Enhorabuena por el talante y mi más absoluto reconocimiento por cómo lo habéis luchado y trabajado, queridos míos!






Una medalla sobre el pecho es el indicativo de lo que anima a nuestro corazón a latir cada día. 

El elegante cortejo de los hermanos me condujo de nuevo al abrigo de las viejas fotografías en blanco y negro, donde aquel grupo de andujareños y andujareñas que daban vida a esta cofradía en el año 1946, se reunían junto a Nuestra Señora de la Esperanza, entronizada sobre su parihuela a las puertas de su iglesia. De su devoción, de su esfuerzo, nos llega este legado vivo, ilusionante y de exquisitas maneras que constituye tan venerable cofradía.









La música volvió a acompañar deliciosamente a nuestros sentimientos. Cera, incienso y música... hemos recuperado una tríada de elementos para las calles de nuestra ciudad que cada altozano, calle y plaza tanto ansiaban.

El quinteto de viento "Ciudad de Andújar" vino a revestir este acto de la noble, altiva, catequética y bellísima liturgia de las más adecuadas y dulces composiciones musicales que alimentaron almas de grandes y pequeños. 

¡Sobresaliente vuestra labor, querido quinteto! Estamos seguros de que os veremos con mucha más frecuencia junto a nuestras cofradías, pues sentimos que habéis venido para quedaros por mucho tiempo en el seno de nuestros actos de culto, internos y externos.









Equilibrado y disciplinado cortejo litúrgico que cumplió con los cánones requeridos, con su auténtica esencia y con la distinción y elegancia que una cofradía requiere. Reitero mi enhorabuena y mi certeza de que todos aquellos que daban vida a este cortejo, disfrutarían de la mejor manera que pueda soñarse, anunciando la llegada de Nuestra Esperanza.



¡Y la Esperanza nos bendijo con su presencia! 

ELLA, que nos marca la fecha del Nacimiento de Jesucristo con la proximidad de su festividad. 

ELLA, que va tras de su Hijo, cargado con la Cruz y caído en tierra, en la noche en la que más solitarias se sienten las estrellas. 

ELLA, corredentora de la Gracia que nos llega desde el sacrificio salvador de Cristo sobre la Cruz, desde la que nos ofrece su Divina Providencia como certeza de cobijo y protección todos los días de nuestra existencia. 

ELLA, Nuestra plena Esperanza, nuestra protectora y consejera, nuestra Madre buena que está atenta a cuanto nos suceda, que calma con su mirada a quien se acerca y con fe le reza.











¡Llegó, nos bendijo a todos y cada uno y siguió caminando entre su pueblo que la esperaba impaciente! Pero solo nos ha faltado su presencia en las calles, pues su cariño y auxilio no nos ha faltado en ningún momento durante toda esta pandemia. 

Fusión de cuadrillas en un solo andar. ¡Pura Fe! 

Unión de hermanos bajo la parihuela. ¡Puro amor a la Madre del mismo Dios!

Pasión compartida por aquellas personas que han pasado dos Semanas Santas aferrados a su medalla durante la noche del Jueves Santo. ¡Absoluta Esperanza!

Gracias  a su hermandad, la espera se ha visto recompensada con este elegante, bien organizado y emocionante Rosario Vespertino presidido por Nuestra Señora de la Esperanza, que nos ha abierto el corazón de par en par y nos ha librado de tanta ansiedad, tanta pena hiriente, tantos miedos y tanto vacío, llenándolo todo de una fe que nos llena, ahuyentando soledades y sintiendo la caricia y el abrazo maternal de nuestra ESPERANZA.





1 comentario:

  1. Ojalá que hicieran algo asi con Dolores de Capuchinos y por ejemplo Amargura

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