Cuando pensamos en el día a día de nuestras comunidades, la calidad de vida es la medida buscada, como condición indispensable. Mientras, a través de las noticias diarias o de la información que recibimos del voluntariado de Cáritas de nuestras parroquias o de distintas ONG sabemos de la urgente necesidad que siempre existe de brindar ayuda, cobijo y compañía a todas aquellas personas que no rozan ni por asomo de un mínimo de calidad de vida tal y como nosotros la disfrutamos.
El sacerdote misionero andujareño don Luis Fernando Criado Reca, desarrolla su vida sacerdotal junto a la comunidad parroquial de María Madre de Gracia, de Rocafuerte, en la región de Esmeraldas, en Ecuador, una Misión de nuestra Diócesis de Jaén en aquella bella tierra. Bella pero dura, recia, donde la orografía del terreno y la situación de las distintas aldeas que forman la comunidad parroquial, obligan a desplazamientos largos, pero que implica, a un tiempo, el gozo de poder compartir el mensaje salvador de Cristo con personas que viven y entienden la Fe como un regalo, como un tesoro recibido, algo que en nuestro mundo puede llegar a convertirse tan solo en una rutina.
Aquella tierra ha sufrido las terribles sacudidas de terremotos que han destrozado hogares y han obligado a rehacer muchas vidas. Y la certeza, la cercanía más segura con la que han contado en todo momento es con la presencia verdaderamente tangible de la palabra de Vida de Cristo hecha actos en la labor de los sacerdotes que desempeñan su vocación entre los hermanos y hermanas de estas regiones más desfavorecidas por la riqueza económica, pero totalmente ricas en voluntad, Fe y confianza en que Dios no nos abandona nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario