Seguro que compartiréis conmigo la idea de que no lleguen a perderse estas pequeñas capillitas devocionales que, casa por casa, van acercando tan queridas Imágenes a la oración de cada hogar.
En la casa de mi madre, las tardes tienen repique de rezo del Santo Rosario ante las capillitas votivas de Nuestra Señora, contemplada en sus advocaciones de Perpetuo Socorro, Fátima, María Santísima de la Cabeza...
En la casa de mi madre, las tardes tienen repique de rezo del Santo Rosario ante las capillitas votivas de Nuestra Señora, contemplada en sus advocaciones de Perpetuo Socorro, Fátima, María Santísima de la Cabeza...
Este es otro de los putales de la fe junto a la que nuestros hijos e hijas van creciendo.
¡Qué recuerdos de infancia, Manolo! Ahora mismo, en compañía de mi padre, estaba recordando la pequeña imagen de la Milagrosa que recorría la calle Colladas y que aún recuerdo, sobre todo, en verano.
ResponderEliminarHola Manuel. Nuestros veranos también tenían que ser tan calurosos como estos... ¡bueno, más!, porque nosotros no teníamos más que la "serviguera" de casa para sentarnos a la corriente de aire y fuego que nos llegaba desde los patios andujareños, esos que ya hemos perdido casi en su mayor parte.
ResponderEliminarTe leo y compruebo que, en este preciso momento, los dos estamos en el mejor lugar de la Tierra, en compañía de nuestros padres, de quienes nos dieron la vida.
Hoy, solemnidad del Viejo Corpus que nosotros si conocimos, volvemos a una Andújar hecha de barro, cerámica coloreada en azul cobalto y viejas meriendas de pan con aceite y azúcar.
Un saludo, compañero. Me voy, que mi Manuel quiere que salgamos al balcón de la casa de la abuela a jugar con dos paraguas, simulando que son una pareja de banderas.