martes, 28 de junio de 2016

LÁGRIMAS DE SAN PEDRO - REQUIEM POR MAESE VICENTE CANTÓN


A la calle Sopas no le da la gana dejar de sentirse pueblo. Cruzarla es volver a la Andújar de cuando jugábamos en la calle y había pozos en los patios de jazmín y azulejo de la Virgen de la Cabeza y todavía quedaban corrales en la parte de atrás de la casa.

Hoy, a la calle Sopas, de Andújar, se le ha ido el alma al Cielo. Vicente Cantón ha ido a revisar el trabajo de los priostes de la Gloria. ¡No le queda "na" a San José de darle a la garlopa para pulir bien los costeros!


Me crucé con él hace unos días, donde siempre, en la esquina de la Plaza Vieja.

- "¡Buenas tardes, maestro!" El ahogo no le permitió responder con su tradicional:

- "¡Adios, niño!"

Se nos ha ido el prioste de Andújar. Se nos ha ido y las lágrimas de San Pedro han comenzado a caer en la víspera de su solemnidad y la torres de mi pueblo se han vestido con el tul gris de la ausencia de otro maestro iliturgitano que se nos marcha a seguir fundiendo cera que los Bellidos cosechan entre las nubes sobre el Cerro de la Cabeza.


Tuvo homenaje,... y sufrió menoscabo. En "Casa Pilato" se habla de él con la reverencia que merece su oficio, su condición y cada verbo que pronunciaba, ¡que creaban cátedra e imponían sentencia!

No se andaba con chiquitas. ¡Dedicó muchas horas al noble oficio para ello! Habrá quien tenga con él sus más y sus menos. ¡Igual que ocurriría con mi padre! Carácteres de hombres que hablaban con las manos y con los hechos.

Aquella vieja carcasa de un faro de Land Rover de los de  SANTANA, con tres patas soldadas para fundir en su interior la cera, aquellas estructuras, aquellas parihuelas, aquel continuo trajín en su taller de la calle Sopas,... y aquellas tardes de Otoño/Invierno en las que me lo encontraba frente a la vieja máquina de escribir "Olivetti Lettera", al otro lado de su ventana, mientras cruzaba la vieja calle empedrada camino de la Academia de Inglés para recoger a mi Manuel.


Vicente era carácter, Vicente era decirlo y hacerlo,... ¡y recordar a todo el mundo que había que hacerlo,... que no iba a venir otro detrás para montar y desmontar!

La memoria de Vicente Cantón estará grabada en un libro del que nada se borra: ¡en nuestra forma de entender el mundo cofrade! Y así se lo transmitiremos a nuestros hijos y a quienes vengan detrás nuestro.



Hoy Jesús de la Sentencia le pasará un brazo por el hombro, mientras Vicente le comentará, con su tono habitual:

- "¡Hay que repasar la parihuela, los varales y el bastidor del techo palio de tu Madre, que el trabajo hace grande al cofrade!"
¡TIENES TODA NUESTRA ADMIRACIÓN Y RESPETO, MAESE VICENTE CANTÓN!
¡GOZA DE UNA FÉRTIL GLORIA SI ASÍ ESTÁ DE DIOS!

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