martes, 17 de mayo de 2016

EL SOL ENTRE CORREDERAS


Pregona sentires en muchas casas iliturgitanas, en la cabecera de los enfermos, guardando el sueño infantil, protegiendo a las almas, dibujando mantos de damasco y sayas con rosas brocadas. 


Tiene su relieve gastado por el roce de los dedos de las abuelas de plata, mientras musitaban por Ella las letanías del Santo Rosario.


Parece que todo estuviera perdido, hecho añicos, difícil de ser recuperado,... ¡y es que olvidamos demasiado pronto a aquellas personas que vertieron toda su fe, todo su esfuerzo y todo su ser para recuperar la Belleza olvidada! 

Fotografía tomada de: Andújar histórica

Parece que el espacio sagrado ya no fuera el mismo, parece ridículo que la discusión fuera por el lugar donde colocar la espadaña y se perdiera la oportunidad de devolver a su Dueña su espacio natural: ¡ese camarín que sirviera de trono y altar para nuestra Divina Pastora de las Almas!


Pareciera que nadie va a verla, o eso pareciera para quienes guardan sus puertas en esa hora escasa en la que permanecen abiertas... Pero son muchas las "Salves", las oraciones, las plegarias que se atesoran bajo su manto y que tan sólo encuentran el consuelo de ese divino relicario que el maestro Palenciano nos legara a los hijos de esta Andújar olvidadiza en la forma de ese bellísimo retablo en cerámica iliturgitana.


Pareciera que está sola, que nadie acude a sus plantas, que nadie fuera a verla, a saludarla... ¡pero son tantos los corazones que le lloraron ayer sin verla caminar por nuestras calles y plazas!


Pareciera, para el ojo que nos mira desde fuera, que Andújar ha dejado de lado a su Pastora y Reina. ¡Pero nuestra Madre buena sabe que, de eso,... ¡nada de nada! ¡Porque es Ella la que está junto a nosotros en cada paso que damos, como Pastora de un redil de esperanzas que los hijos de este valle depositamos a sus plantas!

¡Ella es Pastora porque guía a unos fieles que junto a Ella encuentran la calma de saber que Cristo nunca los desampara! ¡Y sigue pastoreando nuestros sueños hacia ese Divino Pastor que nos la entregó como Madre desde el Árbol fértil de la Cruz, en aquella hora tan amarga, para que fuera la dulzura de su abrazo esa eterna caricia que con su Amor nos llenara!

¡No, Andújar no se ha olvidado de su Pastora! Es esta una ciudad callada, más pendiente del ir y venir de la vieja "Nacional IV" que de sus propias raíces, ausente de sus tradiciones, más viajera a otros lares que guardesa de sus propias enseñanzas, una ciudad que, en demasiadas ocasiones, reniega de aquello que le es más propio, por miedo a que la llamen "trasnochada"... ¡es una ciudad ausente de su propio ser, a la que un puñado de locos aún gustamos de ensalzar como ese crisol de Belleza que recordamos sobre su hastiada piel, ya tan reseca y arrugada.


En un día tan extraño, con tantas oquedades difíciles de completar, con un sabor metálico cada vez que intentábamos paladear aquellos sinsentidos, quiso la Providencia que pudiera compartir la Eucaristía cerca de maese Pedro Palenciano Ruiz y de su esposa, doña Manolita Olivares. Fue un bucle para la memoria, una luz que rompía las soledades de aquella nave blanca que es la Parroquia Roqueña; ¡fue todo un repique de campanillas de plata! El maestro me contó entonces, con ese deje personalísimo suyo, ¡tan único!, quien le había servido como modelo para crear el ángel de Dios que inspira su Evangelio a San Mateo en uno de aquellos cuatro murales espléndidos que encumbran las Palabra de Dios sobre las pechinas de la bóveda Pastoreña.

¡Gracias, maese Pedro, por cada trazo dibujado por vos, y que contiene esa Andújar de la que presumo y a la que amo sobre la blanca superficie de vuestra cerámica!


Junto a María Santísima, Madre del Divino Pastor, quien le concede el don de ser Ella Divina Pastora de nuestras almas, siempre fieles siempre a su encuentro, se encontraban las Hermandades de Gloria iliturgitanas que bien merecen de nuestro reconocimiento y permanente homenaje por cuanto hacen para que pervivan estas benditas devociones de nuestro pueblo.

Allí estaban los cofrades de la Inmaculada Concepción, de la Virgen del Carmen y de la Filial Trinitaria; allí se encontraba también la Cofradía hermana de la Agonía en el Huerto; allí estaban las Conferencias de San Vicente, la Asociación de la Medalla Milagrosa y Cáritas Parroquial; allí se dieron cita las corporaciones que comparten con la Divina Pastora su genética Franciscana: Las Reverendas Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor y la Primitiva Cofradía de la Santa Vera-Cruz iliturgitana; allí concurrió la Agrupación de Cofradías.

Y, ante todo, allí estuvieron presentes los cofrades de la Divina Pastora andujareña con la mirada prendida en el lugar donde se situaba su Pastora y Madre, entre los ramilletes de flores blancas que sustituían, en este aciago año, a su encina, a su rosal,... ¡a su arbusto cuajado de esperanzas!




Terminó el ejercicio de Triduo y la Santa Misa, se reunieron los cofrades y parece ser que surgió un nombre para ocupar el cargo de Hermano Mayor del Grupo Parroquial de la Divina Pastora iliturgitana para este año 2016/2017.

Una atardecida ya pronta al estío nos despidió en el atrio Pastoreño. Silencios que ahogaban este quebradizo Lunes de Pentecostés nos acompañaron de vuelta a casa.

¡Pero no quedó sola la Pastora; nos tendió su abrazo, nos protegió con su manto tal y como Ella hace siempre, nos bendijo uno a uno, nos besó en la frente y nos emplazó para que sigamos siendo fieles al ese Amor infinito con el que su Divino Hijo nos mantiene salvos bajo su mirada misericordiosa!

Y en aquellos compases de despedida, maese José Luis Serrano nos hacía partícipes del comienzo de unas nuevas vísperas.




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