Cristo Crucificado del Presbiterio de Santiago, del barrio de La Lagunilla
Durante este mes, somos muchos los que recordamos que tenemos una parroquia en La Lagunilla. Y esto ocurre, año tras año, gracias a la vida que las Cofradías de Santiago Apóstol y de Ntra. Sra. del Carmen infunden en este pequeño oratorio sagrado que mira hacia el río y que cumple una función parecida a la que, en siglos pretéritos, ejercieron las ermitas de San Sebastián o del Dulce Nombre de Jesús o de San Cristóbal o de San Lázaro o de San Pedro y San Pablo...
Hay cofrades que lo son desde muy niños. Así me lo recuerda este Crucificado, al que un grupo de jóvenes pretendieron erigir una Cofradía de Penitencia alentados en todo momento por Don Celedonio, que nunca decía que no a nada que tuviera que ver con Cristo Salvador.
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