martes, 29 de abril de 2014

TRES MUJERES ANDUJAREÑAS


La vida se asemeja a un puñado de arena entre las manos. Depende de la habilidad de cada cual para retener el mayor número de granos posibles entre ellas.

Tres mujeres andujareñas me ayudaron a comprender lo que significa nuestra tierra, al igual que lo sigue haciendo, cada día, mi madre. Ellas son las madres de tres amigos de la infancia, con quienes crecí y que me recibieron en sus casas en tantas ocasiones. A sus cuidados, a su cercanía, debo el respeto y el fervor que siento hacia lo que significa sentirse hijo de Andújar. Ellas formaron mi condición de andujareño y por eso he de dar gracias eternamente.

Maruja Pulido es una iliturgitana de la vega fértil del Guadalquivir, madre de mis amigos Mario Ángel, Alicia, Alberto Jaime y Antonio Martínez Pulido, y que me enseñó lo que significa educar en la fe. De ella recuerdo una sonrisa permanente, la voz acompasada de una mujer buena que cuida de los suyos con la casta propia de esta tierra. Su fe era poderosa y Dios la recompensó con la vocación de un hijo sacerdote. Con Maruja todavía me reencuentro en su espacio natural: frente al Sagrario de nuestra Parroquia de San Bartolomé, de Andújar. Todavía me coge de las manos, me pregunta por mi madre y se prodiga en bendiciones para mi familia.¡MARUJA ES LA FE!


Manolita Olivares es la madre de Pedro y Antonio Palenciano Olivares, y la mujer que mejor ejemplifica la elegancia de mi ciudad. Manolita es la alegría, el revuelo, la armonía y el saber estar de la mujer andujareña. Manolita me ofreció la hospitalidad de su casa en tantas jornadas de sueños de Romería, durante tantas tardes de música de "La Frontera" en el tocadiscos de su salón, de sublimes tertulias en la mesa junto al televisor sobre sus experiencias y viajes. Manolita sigue siendo para mí el espíritu emprendedor y cordial de esta sublime ciudad; esa colección de pilicas de agua bendita; ese abrazo de madre que crece junto a unos hijos, que no paran de emprender caminos; ella es el alma de la Viña Olivares, el tintineo de la Sierra entera está en el timbre de su voz. ¡MANOLITA ES LA ALEGRÍA DE SENTIRSE VIVO Y EL ORGULLO DE PERTENECER A ESTA TIERRA!


Y Leli González, la madre de Emilio, Patricia, Sergio y Charo, es el Altar Dios que llega de la Tierra al mismo Cielo. Mi tercera mujer ejemplar andujareña está ligada con mi sentimiento de Romería desde que la conocí: ¡bailando con ella unas Sevillanas al término de nuestra primera Cena Romera como Caballeros Servidores de la Virgen! 

Leli es la esencia de la mujer andujareña que vive su vida en el seno de las Cofradías. Leli ha sido vestidora de la Madre de Dios en la tierra; Leli tiene el don de mover Roma con Santiago (gracias a ella, el barrio entero de San Bartolomé se movilizaba para participar en la Cruz de Mayo de la Hermandad de la Vera-Cruz), Leli es la fe hecha alegría de vivir, amor hacia lo más nuestro y cercanía para con quienes más necesitan de esa alegría. 

En  este año en el que Leli, Emilio y toda la familia han sentido en casa la Bendición del Cetro de la Santísima Virgen de la Cabeza, ella ha sabido hacer partícipe a todos y cada uno de los iliturgitanos e iliturgitanas de este bien recibido por la decisión de los Cofrades de su Hermandad. La recuerdo aún visitando a mi madre en casa y transmitiéndole la alegría de ser hijos de esta Tierra Bendita donde la Virgen María quiso quedarse a vivir. Soy consciente de que esta misma felicidad la ha transmitido nuestra Hermana Mayor a todos los hogares iliturgitanos en los que una persona enferma precisaba de esta deliciosa compañía.

Guardo en el recuerdo aquella jornada de marzo (al inicio de la Cuaresma) en la que andábamos ingresados en el Hospital con mi madre y la vimos llegar a ella, después de aquel malhadado accidente que le fracturó la cadera, a días escasos para el comienzo de los actos de la Romería. Cuando entré en la habitación la encontré acariciando entre sus manos una fotografía de nuestra Virgen de la Cabeza y llorando con la amargura de quien no puede encontrar respuestas. Aquellas lágrimas no eran más que el proemio para una recuperación ejemplar y titánica, por la que Leli ha sido capaz de participar en la práctica totalidad (¡si no todos!) de los actos de esta Romería durante los que ella ha ocupado la representación de nuestra Hermandad Matriz. Los ha vivido con gran sacrificio (¡podemos estar seguros!) y con la permanente cercanía y apoyo de sus hijos y de todos los cofrades. 

Entre los hitos a señalar de la Diputación de nuestra Cofradía Matriz estaba el completo Amor hacia Nuestra Virgen de la Cabeza y el hecho de considerar la re-elección de aquel hermano o hermana mayor que solicitara de manera consecutiva ostentar dicho cargo durante un nuevo año. Las circunstancias padecidas por Leli en esta Romería de alegría, de fe y de superación de una situación difícil me hacen pensar en que su deseo de renovar por un año su servicio a nuestra Hermandad bien puede ser una cuestión atendida por los cofrades, teniendo en cuenta tan especiales circunstancias. 

A Leli y a toda la familia: ¡gracias por acercarnos el amor que la Virgen de la Cabeza prodiga para todos sus hijos e hijas a través de vuestra fe, de vuestro amor a Cristo y a su bendita Madre y de vuestro orgullo por ser andujareños! ¡Y gracias por mostrar al mundo a nuestra Reina tan guapísima en el día de su Fiesta Mayor, con esas galas regias que para Ella soñara el hijo de Manolita!

La vida es un puñado de arena en el que cada grano es una emoción vivida. ¡Esta Romería la hemos vivido a manos llenas!

¡VIVA LA VIRGEN DE LA CABEZA!

¡VIVA SU HERMANDAD MATRIZ!

¡VIVA SU HERMANA MAYOR!

¡VIVA LA MADRE DE DIOS!

¡VIVA LA VIRGEN DE LA CABEZA!

2 comentarios:

  1. Esto lo guardo yo bajo el oleo del estándarte de mi corazón. Gracias

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