Para los que me conocéis mejor, siempre os he hablado de mi predilección por esos establecimientos hosteleros que hacen uso de elementos de nuestra tierra y nuestra tradición para el adorno de sus recintos. Me resulta insulso verme reflejado en el espejo de un reloj promocional de alguna conocida marca de bebidas y los grandes paneles publicitarios hacen gris cualquier comercio del ramo que se precie.
Pues, como bálsamo para este concepto, existen en la ciudad algunos establecimientos que adornan sus paredes con una riquísima herencia de nuestra historia recogida en fotografías y objetos conservados por sus propietarios, las más de las veces, con un deseo de atraer la fortuna y la bonanza para la familia y para el negocio.
En esta entrada vamos a hacer un alto en un rincón donde se degusta un buen café, donde los socios de un Club noble y con casta se reúnen a ver los encuentros de los defensores de las Trece Barras y donde la devoción hacia Nuestra Señora de la Cabeza, la Virgen Santísima de la Esperanza y Jesús del Gran Poder se pueden seguir a través de las imágenes conservadas y expuestas a la pública contemplación.
Recorrer aquel recinto haciéndole la cuna al vaso del café que va caldeando las manos frías, mientras que los parroquianos hojean la prensa provincial y las fichas de dominó rubrican el tablero de las mesas es todo un placer cofrade que desde estas líneas os aconsejo respirar.
Allá, al final de la calle el pino, rozando ya la memoria del Matadero, nos aguarda esta magnífica fotografía, todo un orgullo y una muestra de camaradería para cuantos tienen la dicha de haber quedado para siempre conservados en esta página de nuestra historia cofradiera iliturgitana.
Manolo, de verdad que lo tuyo es impagable. Después de sorprendernos con el repertorio de chaflanes, de comentar cada acto cofrade de nuestra bendita Andújar, de glosar los rincones semanasanteros, ahora inauguras otro apartado que me parece muy interesante: la presencia de las devociones andujareñas en el comercio y la hostelería de la ciudad: a veces de cara al público, y otras, en las trastiendas, como esa antigua imagen del Jesús de la Paciencia que pudo conocer mi abuelo que mi padre tuvo siempre en el interior de la Mercería "Jesús y María".
ResponderEliminarGracias Manuel.
ResponderEliminarMe gustaría ver aquella foto. Tenemos que agradecerte que nos mostraras aquel azulejo del maestro Bartolomé Herrera del patio de la calle Colladas.