Como estamos en Vísperas de Navidad, nos vamos al establecimiento donde nace la luz cada mañana, al lugar donde la liga andujareña se hace arte, al lugar donde resuenan a diario los sones de la BCT "Monte Calvario" desde el primer año que atravesaron su calle siguiendo al Señor de la Paz, Rey del Universo.
De mi Restaurante "Los Naranjos", situado en el corazón de la calle Guadalupe, frente por frente a la más hermosa capilla de salida cofrade que pudiera soñarse en el centro de la ciudad (por mucho que ahora sólo sea un zaguán para niños y niñas) os puedo hablar de las papas amarillas que tanto le gustan a mi Manuel, de la esencia hecha cebada y lúpulo y un tiempo exacto, de los desayunos con mi gente, de la liga de los sábados, de las veladas durante mi noviazgo, de aquella vivencia que os contaba hace unos días en aquel día manteniendo una conversación con el capataz del Arte: don José Ramón Rodríguez Gautier. ¡Cuantos días de "caché"!
Dos maestros bien hilvanados, Manuel María Montero Moya y Francisco Fuentes Chamocho, crean un bellísimo coloquio con una institución educativa y un ágora andaluza, en pleno corazón de la ciudad.
Azulejo del maestro Pedro Palenciano que recoge en este establecimiento nuestra condición de ciudad "imperial". Ahí queda nuestra torre, nuestro ser y uno de nuestros más colosales artistas.
Tiene este establecimiento un detalle en su decoración que lo hace único, irrepetible, especial, una huella del ser de la ciudad; y es que, en sus paredes, se reproducen, en la manera que veis, parte de los monumentos más destacados de nuestra ciudad. Espero que este arco de Carlos III siga siendo testigo, durante muchas décadas, de tertulias cofrades de altura, como las que hasta ahora ha podido vivir.
Impagables tus descubrimientos de lo más hondo del ser y el sentir andujareño. Feliz Navidad, te deseo a ti y a los tuyos en las vísperas de estas fiestas que, este año, ya lo sabes, serán diferentes.
ResponderEliminarFeliz Navidad para ti y para todos los tuyos, tocayo, porque este año hay más motivos para sentirse orgullosos de la vida recibida y de la educación que nos ha hecho ser como somos. Bendita obligación la de transmitir este ser a la descendencia.
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