Es la plaza primada de la ciudad. Es el espacio escénico perfecto. Así está ideado. Así se dimensionó. Sus palacios perdidos fueron la perfecta balaustrada, el graderío soñado.
Ahora, como mudo ajedrez, este espacio añora sus "piezas" perdidas mientras la torre gonfalón se enroca con la figura del Rey verdadero de esta plaza, que no es otro sino el Templo de San Miguel, quien permanece escoltado por la fachada plateresca de nuestra Casa Consistorial, Reina para este espacio ciudadano, centro neurálgico de la vida social andujareña, como ha sido desde antiguo.
Allí hemos pasado nuestra infancia, encaramados a las viejas rejas que cegaban los arcos palaciegos y con los soportales del Colegio "Capitán Cortés" como protectores frente a las inclemencias del clima o a la caída al suelo de los desechos procedentes de los fuegos de artificio que se queman como colofón a la jornada del Viernes de Romería.
Allí se dan cita todas nuestras Cofradías de Pasión, haciendo concurrir su Estación penitencial por el centro de la ciudad, por este espacio diáfano que otorga la magnificencia de sus monumentos a la belleza patrimonial cosechada, con tanto esfuerzo, por parte de nuestras Hermandades.
La piedra molinaza sirve de fondo perfecto al brillo de la orfebrería y el ladrillo y la cal dialogan con la belleza escultórica de nuestra Imaginería devocional.
Plaza del "Mercao". El pulso latente y candente de nuestro pueblo.
Fotografía: Ángel Muñoz
Fotografía: Ángel Muñoz
Fotografía: Ángel Muñoz
Fotografía: Ángel Muñoz
Fotografía: Ángel Muñoz
Fotografía: Miguel Villegas
Fotografía: Ángel Muñoz
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