"Y LLEGÓ, COMO LLEGA SIEMPRE"

... como si el tiempo se detuviera para esperar su encuentro.

Al igual que esta última luna de invierno empieza a recorrer las noches que han de llevarla hasta el tiempo de la Pascua, el Señor de la Sentencia se acerca a nosotros y nos predispone para el ejercicio de la penitencia que nos ha llevar a vestir la bendita túnica nazarena con Él y para Él, un año más.

Llegó el Quinario de Jesús de la Sentencia. Dios custodiado entre las piezas de la candelería que, bajo palio de malla, funden promesas de cera para su Madre Inmaculada, la Reina del Buen Remedio que en calle Cuna nos aguarda para conducirnos junto a su Hijo, para acogernos mientras besamos las manos maniatadas del Hombre justo sentenciado a muerte como fruto de una infamia.

 Un año más, en estos Cultos solemnes, disfrutamos del momento de ver a la Hermandad cobijada entre las volutas de incienso que besan las vestiduras hebraicas que engalanan a la mujer escogida por Dios para reinar sobre las almas, la Virgen del Buen Remedio que, junto a Jesús, nos acoge y nos salva.

Esta capilla es una realidad soñada, porque es ese sueño hecho realidad por el que un espacio sagrado es rescatado para la Celebración Eucarística; todo un ejemplo para los templos de Santiago, Santa Marina y de Capuchinas. Se demuestra con esto que el hecho de ceder estas iglesias, desamortizadas o deshabilitadas, para que se conviertan en casa de una cofradía, mantiene vivos estos bellísimos templos, les devuelve el sentido sacro para el que fueron alzados,... da a Dios lo que es de Dios...

Nadie como un cofrade para entender de lo que hablo. Ya habrá palacios que sirvan de museos y teatros para albergar espectáculos y almacenes para servir como tales... pero, ¡los templos son espacios sagrados!

  

Junto al clavel rojo y a la cera fundida, el sonido de los temas sacros, creados entre los siglos XVIII al XX, incluidas las marchas fúnebres interpretadas por los instrumentos de cuerda, aportan el pálpito necesario para disponerse a hablar con Dios.

Llegó, pasó y para siempre permanece, la esencia cofrade que rige, desde su fundación, todos y cada uno de los Cultos de la Hermandad de la Sentencia iliturgitana.

La pena está en lo difícil que resulta ver la capilla abierta. Lo hemos tratado alguna vez en este blog: ¡qué ganas de ser jubilado y pasarme las mañanas en la capilla, con las puertas abiertas!