Yo comprendo que sea amplio el catálogo de farolas de que disponga el callejero de una ciudad para su iluminación. En ese punto ni entro ni salgo. Admiro los intentos por homogeneizar el alumbrado del casco antiguo de las grandes ciudades, dado así respuesta a una adecuada puesta en valor del mismo. Pues, pensando en nuestra ciudad, ¿no deberíamos cuidar estos detalles que echan por tierra el ideario urbano del más pintado?
Después de lo dicho, ¿no sería posible sustituir esta farola en la fachada del convento de la Purísima por alguna de las que iluminan el resto de los documentos de nuestro centro histórico? Eso no cuesta. Todo está en proponérselo...
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