Madera y seda. Romerías del tiempo recortadas en formato fotográfico y hojeadas en las tardes de Vísperas, mientras el perfume del azahar nacido en el patio interior se cuela por la ventana de mi estudio.
¿Qué decir sobre estas emisarias de los vientos romeros que la sabiduría de nuestros mayores nos han legado como excelsa herencia?
La primera imagen que me va a ayudar a exaltarlas es esta foto que me hizo llegar Juan José Alcalá. Debemos andar por la Aparición del año 88, o tal vez del 89. Es el primer recuerdo fotográfico que guardo de estos benditos damascos, proclama en seda de las excelencias de mi pueblo.
Entre mis manos, el mástil de la Bandera donada por la familia Rodríguez-Plaza. Sobre mi pecho, la medalla de nuestra Virgen que aún cuelga del cordón rojo y blanco de los Caballeros Servidores de la segunda época. Ese polo blanco se rompió durante un "cordón" para acompañar a la Virgen de su Camarín a las Andas. Por mi semblante se aprecia que acabamos de sortear un porte de damascos en el que hemos aprendido la probervial necesidad de picar la Bandera hacia la dirección de la que procede el viento. El abanderado que marcha junto a mi es maese Antonio López Molina, el hombre que mejor ha sabido entender, llevar y ceñir los vientos junto a la Bandera de La Torre.
Este es uno de los momentos sublimes durante los que, rodeados de amigos, y con una Madre preciosa junto a nosotros, llegamos a sentirnos en la auténtica Gloria cofrade.
La segunda foto pertenece a la Romería de 2002 y muestra un envite de ese viento serrano que busca aliviar el cansancio de los anderos que llevan a nuestra Reina de vuelta a su Basílica y que exige de sus abanderados la administración correcta de toda su templanza.
José Alberto Santiago, "Chón", y Rafa Toledano me muestran el camino y la dirección del viento montuno con el ondear de las cintas de las Banderas Jubilar y Alés que se manifiestan espléndidas entre sus manos. Pose torera del "Chón". ¡Y no os perdáis la curvatura que muestra ya el mástil de la Jubilar! ¡Ni los vientos quiebran tanto arte! Sólo Pedro Palenciano Ruiz ha sabido captar esa riza del damasco cuando representa en sus mosaicos de azulejos a las Banderas de nuestra Cofradía.
La Bandera de la Torre que llevo entre mis manos en esta fotografía está a punto de mostrar todo su bordado. El tiempo la ha capturado a falta de un último aliento divino para mostrar su divisa y su salutación a la Madre del Cielo. Su mástil, pregonero de tantas Romerías, asume en su curvatura toda la grandeza de nuestra fe, la verdad de nuestra devoción y el amor hacia nuestro pueblo.
A esas alturas de Romería, el cuerpo está ya dañado tras la bajada por la Calzada grande y después de todo un procesionar anunciando a nuestra Reina con el tremolar de sus benditos damascos. Falta ya poco para terminar el tránsito por la falda meridional del Cerro y aún resta salvar la curva de la antigua Casa de Colomera, donde la tradición popular se ha encargado de fijar la tumba del pastor. Es tiempo para sobreponerse y caminar entre el calor de nuestras Cofradías Filiales que aguardan a Nuestra Señora en la lonja al pie del monumento a la Virgen de la Paz. Ahi desaparece para el abanderado toda muestra de cansancio y, entre vítores y lágrimas, siente la trascendencia de nuestras tradiciones.
Las Banderas de Colomera y de la Hermandad Matriz de Andújar llegarán hasta la lonja de la Basílica para hacer ese arco de damascos y plata bajo el que vuelva a su casa Nuestra Madre y Reina del Cielo y de la Sierra.
Romería de 2005. Estando aún en la calle Alhamar, después de atar las alforjas y mientras me adaptada la altura de los estribos, le pregunté a nuestro arriero, el hermano del "Nono", cómo se llamaba mi cabalgadura. "- Española", me contestó. Le miré y volví a preguntar, para confirmar: "- Española entonces, ¿no?". Ante esta segunda petición de información, el sabio arriero me mira y se encoje de hombros. En ese momento, asumo que su respuesta viene a ser un: "¡Te va a dar igual!"
El nombre le duró al noble bruto hasta San Amancio, porque en la primera "galopá" que compartí junto a maese Pedro López, esta mula serrana y romera pasó a llamarse ¡"Nazarena"!
Una vieja manta sobre la albarda y una faca a la cintura, ambas recibidas de mi padre, contribuyeron a convertir aquel proverbial Camino en parte de mi herencia.
Una vieja manta sobre la albarda y una faca a la cintura, ambas recibidas de mi padre, contribuyeron a convertir aquel proverbial Camino en parte de mi herencia.
La foto fue hecha por Setefilla López Jiménez, sobrina de Mari Carmen Jiménez, que fuera directora del Colegio "Virgen del Carmen" de Andújar. Sete tiene la esencia cofrade y cristiana en su genética, siendo pregonera de la Semana Santa de su pueblo, Lora del Río, y persona muy implicada en toda la vida cofradiera de aquella nobilísima villa sevillana.
La medalla de nuestra Hermandad Matriz marca los compases de un nuevo Camino junto a la vieja medalla de la Hermandad de Sevilla que me entregó un querido amigo y Hermano de Romerías perteneciente a aquella venerable Cofradía Filial sevillana. Esta medalla me ha acompañado en todos mis Caminos desde aquella Romería en la que quedó colgada sobre mi pecho bajo el cordón rojo y blanco de Caballeros Servidores.
Y la última foto, se la debo a maese Paco Palomo y capta todo el orgullo que puede contener el corazón de un padre.
Romería de 2012, aunque han pasado los años y nosotros hayamos cambiado de una manera tan clara, ¡ahí siguen nuestras Banderas! La Jubilar, la Alés y la de la Torre, junto a la Barranco, siguen impartiendo su magisterio romero, mientras que la Bandera conmemorativa de la concesión de la Medalla de Andalucía aprende con avidez de sus hermanas mayores.
Mi joven rey luce sobre el pecho la nueva medalla de nuestra Hermandad, colgada de su cordón azul y blanco. Junto a él, su padre, sus hermanos abanderados y un Fiscal de Banderas, torero hasta las costuras. "El Peso de la harina" de nuestra Andújar se convierte en otra correctísima antesala de la misma Gloria.
Si la vida tiene un principio y una trama, esta primera entrada de la serie "Escuadra de damascos" que aquí os dejo viene a demostrar que, si vivimos aquello que nos hace libres con auténtica pasión no ha de preocuparnos ningún final, porque, para mí, la eternidad está hecha de damascos bordados ondeando en el lugar más privilegiado que pueda soñarse.
Cofrades, hemos dado fin a unas nuevas Vísperas. ¡Dispongámonos a volver a vivir nuestra Romería!
¡VIVA LA VIRGEN DE LA CABEZA!
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