Azulejo de la Madre de Dios con su Hijo divino entre los brazos, obra del maestro Palenciano
La calle Vendederas tiene todo el arte cofrade del mundo. Dios se deja caer por allí cada Domingo de Ramos y allí viven las Banderas y el Estandarte de gala que honran a su Madre bendita.
Y también tiene esta vieja calle su rinconcito que fue puerto de atraque de tantos cofrades cuando aún no habían visto la luz nuestras Casas de Hermandad.
Julián, su propietario, ha investigado una infinita variedad de formas y hábitos de tapeo, liga y cena que han ido manteniendo este espacio a flote. Pero, en esta sección, nos vamos a centrar en su época como Rincón cofradiero que daba cabida en su interior a lo más granado del mundo capillita, no sólo de nuestra ciudad sino de la comarca.
A sus paredes y a sus tertulias le brindó su forma de ser y de estar maese Antonio López Molina, capataz de sentimientos y andujareño de esencias. A él debemos buena parte del legado cofrade que Julián ha querido y sabido conservar en las paredes de este establecimiento, algo que convoca en torno suyo a los cofrades de pro, que aún recuerdan las tertulias allí vividas.
Una nueva iniciativa, cartuchos de "pescao" frito liados en papel de estraza y cubos de cinc para la bebida, vuelve a dar vida al establecimiento; y la memoria cofradiera de nuestras hermandades sostiene sobre sus paredes un bello libro de texto.
Nuestro Padre Jesús Nazareno, Luz de la Fe para la Santa Vera-Cruz andujareña
Costal que sirvió bajo las trabajaderas de Nuestra Señora del Buen Remedio, la Rosa de Santo Domingo, de 1986 a 1988 (si no recuerdo mal...)
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