Es mi barrio, donde crecí,
donde celebré mis primeras Navidades rodeado de mi familia, con aquellos que forjaron nuestra manera de ser y que nos enseñaron y ayudaron a creer, a crecer y a amar.
Es mi barrio de Capuchinos. Es mi primera parroquia, mi Divina Pastora, mi Santo Cristo alfarero y mi Madre niña de los Dolores y de la Vida, mi arco, mi patio de juegos...
Es mi barrio y es la casa de mis abuelos, aquella que, de por sí, era un puro poblado de Belén, con su patio, su pozo que veía pasar las aguas de nuestra Sierra Morena en busca del Padre Betis, sus corrales y sus pesebres, su cal, su portón de recias tablas y su “serviguera”, donde degusté las más dulces meriendas.
Es mi barrio, la vieja barriada a la que le concede un aire de dulcísima elegancia el saber hacer de maese Miguel Martínez Muñoz, quien, junto a sus familiares, recrea un espléndido NACIMIENTO DEL NIÑO DIOS.
A través de la elaboración de este bellísimo BELÉN, maese Miguel nos devuelve, cada año, la pureza de la infancia, la necesidad de sentir el abrazo de los nuestros y el orgullo por tener en nuestros pueblos tan correctos y exquisitos artistas. La orografía de BELÉN creada por maese Miguel es un ensoñador territorio donde volvemos a sentirnos pequeños.
Me sabéis muy clásico, de hojaldrinas y alfajores, de Villancicos antiguos en cualquier idioma que me los canten, y, como no, de
BELENES elevados, por el amor con el que se hacen, a ser seña de identidad de una ciudad y señal de respeto a sus tradiciones.
¡Enhorabuena maese Miguel
por ser custodio de esta magnífica colección de figuras, por tus sorprendentes
planteamientos, año tras año, de cómo hemos de recrear aquellas bellas escenas
de la Encarnación, la búsqueda de posada, el anuncio a los pastores, EL NACIMIENTO
DEL NIÑO DÍOS, la huida a Egipto, la Sagrada Familia en Nazaret, la
presentación en el templo, etcétera, etcétera… A través de tu recreación,
resulta fácil, ameno y dulcísimo explicar a nuestros hijos e hijas los motivos
de nuestra forma de creer y de ser.
Un año más, una estrella nos
guía al pie del Arco de Capuchinos, a la parroquia de la Divina Pastora, donde
el Nacimiento de Dios se convierte en anuncio de una nueva búsqueda para crear,
entre todos, un mundo mejor.
LAVS DEO, VIRGINIQVE MATRI
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