Juan Francisco Ortiz González es muy buena gente, una persona cabal, con sentido del humor y con don de gentes, un buen orador y un cura responsable.
Él ha sabido ser artífice y coordinador de todos los parroquianos que han dado luz a este monumento eucarístico y a esta auténtica efervescencia de Pascua florida y hermosa donde se daban cabida: la Cruz venerada por la hermandad del Santo Sepulcro, la Imagen del Santísimo Nombre de Jesús venerada por la hermandad de la Santa Vera-Cruz, los nuevos ciriales de la hermandad de Nuestra Señora de la Victoria en su Soledad, las banderas de la cofradía letífica de San José con sede en la parroquia y la Imagen de Nuestra Señora de la Cabeza revestida con sus galas áureas.
Tuvimos una Vigilia de Resurrección como le gustan a nuestro amigo Juan: con su viejo grupo de amigos que dieron voz a la liturgia (él nos comentó que llevan celebrando con él la Pascua desde hace casi 20 años), con un bautizo (entre Pascuas y Misas del Gallo, Juan Francisco se está bautizando a medio barrio), con su homilia entre la asamblea, con sus cofrades sirviendo de acólitos durante la Eucaristía, con dos monaguillos de categoría, y con sus pestiños al pie de la Torre de piedra molinaza, cabeza sonora del Arrabal Mayor andujareño.
Bellísima escenografía para este Monumento repleto con los símbolos propios de la Liturgia del Jueves Santo: La Cruz revestida de la estola sacerdotal, la jofaina y el paño con la que Cristo realiza el lavatorio de pies a sus Discípulos y que es señal de Caridad, y el pan y el vino que son las ofrendas eucarísticas que han de convertirse en Cuerpo y Sangre de Cristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario