lunes, 26 de septiembre de 2011

AMPARADOS BAJO EL MANTO DE SOCORRO DE CÓRDOBA I

Eran justo las siete de la tarde del último domingo de septiembre, según el reloj de la Corredera...


Nuestro encuentro fue puramente fortuito: una orla suya de cultos despertó mi atención en las cercanías del Colegio de la Comunidad Religiosa con la que trabajaba. Os estoy hablando de hace casi 15 años.

Mi esposa, yo y ahora nuestro hijo Manuel, peregrinamos cada último domingo de septiembre al encuentro con Nuestra Señora del Socorro Coronada, Co-alcaldesa de la ciudad de Córdoba y Reina del Mercado de la Corredera.

Ante Ella acudimos en la jornada de su Coronación Canónica, pocos días antes de una fecha muy señalada en nuestras vidas. Y Ella ha querido bendecirnos, en este año, bajo la protección de su manto.




Mimado protocolo el de su cortejo de Gloria que, quien esto escribe, anhela poder organizar muy pronto en nuestra querida Andújar para nuestras Glorias de Otoño.



Y una Reina, cubierta con mantilla y manto blanco, entre ángeles oferentes de los frutos de la tierra y el trabajo de los hombres, sale a caminar por su Barrio y su Plaza, bajo una corona tallada, donde repica su compás un carrillón de campanas.


En este día, las oraciones no son salmodia de versos, sino jarras con varitas de nardos; las promesas no son simples ofrecimientos, sino cera que se derrite en un Salmo; y las gracias que Ella nos dispensa, no nacen del cetro entre sus manos, sino que son la caricia sonora de los acordes que mecen su Paso: plegaria costalera que hace Cátedra entre los roeles de su altar tallado.

Y es que esta Virgen guapa de la Corredera nos muestra a Dios, hecho un chiquillo, arropado entre los cálidos arrullos de nuestro bien más amado.

¡Qué viva mi Virgen del Socorro de Córdoba, Madre y protectora, bajo su trono áureo, de los sueños de un pueblo entero, que sigue buscando a Cristo, mientras nos recibe entre la cuna de sus brazos!

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