Te llevo centrada en mi, como mi norma no escrita... ¡pero hecha rito para acompañar a mi Madre del Buen Remedio y a mi Señor de la Sentencia!
Me llevas contigo en tus ausencias durante todos los días del año, por eso es que el día de tu salida tengo poco que contarte. ¡Tú me conoces bien! Durante estas horas que me escuchas y me atiendes cada Jueves Santo sientes cuanto significa para mi identificarme con mis hermanos a través de tus significados, precisos y antiguos!
Tú has calmado, durante décadas, mis miedos en determinados momentos. Tú has contenido mi acción de gracias por tanto y me has ayudado a convertirme en parte de esas filas de promesas que avanzan fieles a la vieja ciencia del buen hacer nazareno.
Cada Jueves Santo me centro en ti como en ti se centra el escudo con nuestra Cruz y los nombres de Jesús y de María. Y me centro en una palabra que mi padre repetía con frecuencia:
- "¡Fíate de la gente de bien! ¡No preciso decirte quiénes son! ¡Los conocerás en cuanto los veas!"
Nuestra túnica de la Hermandad del Buen Remedio es un instrumento para mostrar lo que somos en cada atardecida del día del Amor Fraterno que se vuelve Pan de Vida.
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