lunes, 7 de marzo de 2016

MAESE FRANCISCO ALMANSA GONZÁLEZ Y LA CONDICIÓN COSTALERA

 
 ¡Es maestro, porque no lo pretende! ¡Así de fácil! 
 
 
A los 19 años entró a servir bajo los Pasos que le brindan movimiento al Milagro de una Cofradía en la calle. En este 2016, Francisco Almansa González se dispone a cumplir su trigésimo quinta Estación de Penitencia al servicio de Dios y de su bendita Madre, la Virgen María, como su costalero.
 
 
Es de casta antigua, de linaje fiel a las primeras tradiciones aprendidas, de andar quedo, de dientes apretados cuando cae el Paso y el trabajo lo demanda, de pies siempre juntos, de cargar los kilos que le corresponden, de ayudar al compañero cuando lo requiere la situación y de ponerlo derecho cuando se da el caso.
 
Sigue confiando en que llegará el día en el que los eruditos guardarán silencio debajo de los Pasos... ¡y los flamencólogos mantendrán el respeto y la compostura debidas para el trabajo del costalero!
 
 
¡Es mi hermano, mi maestro, mi consejero en estos asuntos del arte de saber andar los Pasos!
 
Sus costales, durante 34 años, siempre han sido blancos, pues él sostiene que nuestro padre, Luis Almansa Fuentes, nunca "tuneó" ninguna de sus herramientas de trabajo.
 
Las viejas almohadillas y los primeros costales que le sirvieron para llevar a Dios y a la Virgen María sobre sus hombros y su cerviz han quedado deshilachados, rendidos por el trabajo, por el roce de la trabajadera, por el esfuerzo de la "chicotá" justa, por la cruda realidad de las calles con la canal en su corriente, dando leña a los costeros. Son herramientas de trabajo bien amortizadas por una Fe que calla y trabaja, entregadas a una ciencia aprendida desde que era un chiquillo, que no se enseña, que se hace propia, que se adapta a la costumbre, que se somete al trabajo de la cuadrilla, pero exigiendo que sea una misma fuerza la que impulse ese sueño hecho física en moviento que es un Paso de Cristo caminando o un Pasopalio meciendo a compás la quietud de unas bambalinas.
 
 
Su piel costalera ha llevado ya, sobre hombros y cerviz, los varales y trabajaderas de:
 
 
 
- Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, a partir de aquel año 1982, en el que llegó a Él de la mano de nuestro hermano Luis y de nuestro primo José Fernando.
 
 
- Nuestra Señora de los Dolores, de Capuchinos, cuando aún procesionaba la Señora portada a hombros por su cuadrilla.
 
 
- María Santísima del Buen Remedio, desde su primera salida procesional, en aquel Jueves Santo de 1986, y junto a Ella mientras Dios le dé fuerzas y la Virgen le quiera a su vera.
 
 
- María Santísima contemplada en el dogma de su Inmaculada Concepción, a la que portó junto a sus hermanos de la cuadrilla del Buen Remedio, sobre aquellas andas de madera que llevaron a la Madre Pura y Limpia del convento de Trinitarias, entre mecidas de Fe, por las calles de Andújar.
 
 
- María Santísima, Divina Pastora de las Almas, también junto a sus hermanos costaleros del Buen Remedio, en una iniciativa que supuso uno de los momentos más bellos en nuestros devenir cofrade andujareño.
 
 
- Santísimo Cristo de la Expiración, bajo cuyas trabajaderas sirvió junto a costaleros como él, hijos de un tiempo noble, de unos comienzos valientes, de una forma de trabajar verdadera
.
 
- Nuestro Padre Jesús Nazareno, de la Vera-Cruz, recibiendo sobre su blanco costal la bendición que supone brindar tu andar a la zancada del Divino Nazareno del Santo Reino.
 
Es pues su sino servir a Dios y a nuestra Madre del Cielo de esta manera. No quiere más lujo que poder aguardar la llamada del martillo que dé comienzo a la esencia eterna de un Paso que anda bien y firme, que gana terreno siguiendo a su comitiva nazarena, que es uno con la Cruz de guía, con cada cirio encendido, con cada insignia manifestada, con el compás marcado por la Banda.
 
Sabe que su trabajo queda para su Madre Santa del Buen Remedio y para él, como una promesa formulada con un compás del dos por cuatro. Tiene frente a San Juan de Dios una "chicotá" de lujo, de herencia, de linaje. ¡No quiere más, ni pretende otra cosa, sino sentirse útil bajo las trabajaderas, junto a su hermanos de cuadrilla!
 
Sabe que la auténtica celebración, a la andaluza manera, es esa primera "levantá" en el templo, cuando sólo quedan en él la Santísima Virgen y su cuadrilla costalera, pues toda la Cofradía se encuentra ya, en penitente cortejo, impartiendo una catequesis de Fe y amor a unas creencias recibidas desde la cuna.
 
Va por todos aquellos que, como mi hermano Paco, sienten que el trabajo costalero es un "Padre nuestro" que se reza en silencio, caminando derecho, con los puños apretados, sin movimiento de caderas, siempre ganando terreno, con la mirada al frente, con el honor por bandera y con la certeza de que esta Verdad a la que servimos es nuestra más valiosa herencia.
 

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