El año 2014 supuso para nuestra Comarca de la Campiña Norte de Jaén un tiempo de gozo, con visos pontificales romanos, con esencia andaluza, con buen gusto a raudales y con aires peregrinos del olivar jiennense. ¡A 2014 se le iluminaron las amanecidas de verano con el tránsito de Nuestra Señora de Alharilla por las poblaciones que acuden cada año ante Ella en su anual Romería!
Mi maestro, don Casto, (¡el tío Benito para las buenas gentes de Porcuna!) me ha ido guiando por los caminos que unen el llano de Alharilla con las poblaciones de Arjonilla, Escañuela, Arjona, Porcuna y Lopera. He hecho camino junto al más grato acompañante que pudiera soñar y he recogido sus vivencias, compartiéndolas hasta hacerlas mías.
Pero hoy vengo a hablaros de una jornada vivida por mi familia que nos hizo sentir la emoción de ser hijos de esta tierra. Para nosotros, aquel 23 de agosto de 2014, este espacio junto a la Ermita de Jesús Nazareno, de Porcuna, habría de convertirse en un Lugar Sagrado.
Porque fue allí donde los peregrinos que la buscan cada primer domingo de mayo quisieron coronar con oro pontificado a la Reina de sus vidas. ¿Se puede ahora evitar repetir esta imagen en las retinas de nuestra memoria?
El Sol hizo todo lo posible por permanecer junto a Ella, pero su camino ha de ser completado, y así, fueron otros astros los que corrieron un dosel concepcionista sobre la Reina de la Campiña.
Una organización magnífica, para quienes acudíamos desde fuera, cuidada al detalle, precisa en sus acentos, en sus comas y en sus apartes. La noche no hizo más que centrar al Universo entero ante el magno acontecimiento que la Comarca vivía.
Una Cruz abrió el cortejo; una Cruz marcó la senda; una Cruz de noble memoria, de histórica huella; la Cruz alzada, con la heráldica de la Ciudad de Porcuna, fue el muñidor perfecto para aquella celebración de los Gozos de Nuestra Madre y Reina.
La ciudad de Porcuna, animada hasta sus cimientos por un grupo de personas que supieron dinamizar, animar, encauzar y llevar a cabo una magnífica labor artística, se hizo iglesia abierta, como aquella celebración requería.
Y la ciudad se hizo mantilla, y sus mujeres, elegantes damas que acompañaron a una Reina Coronada de azul cielo, con imperiales de oro que vinieron a ceñirse sobre la corona de la Virgen de Alharilla, con gemas de agua del bendito Jándula, canastillo de romero de nuestra Sierra Morena, ofrecido por su Hermana, y filigrana de ramitos de olivas, bañados por el amor de oro de los romeros de la Blanca Azucena de la Campiña.
¡Qué elegantes damas las nobles hijas de Porcuna!
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