La parroquia de Cristo Rey, de Andújar, tiene un barrio amplio, una juventud perenne (de todas las edades), una
condición social variadísima y, ante todo, a Cristo siempre presente. Esta
entrega se magnifica, de una manera absoluta, al contemplar su cuerpo clavado en la Cruz.
La ya pronta primavera conducirá a mi familia al reencuentro con esta parroquia andujareña, donde mi sobrino Marcos vive la Catequesis previa a recibir a Cristo Sacramentado por primera vez. Fue también junto a esta comunidad cristiana que yo recibí mi Primera Comunión.
Acudíamos a la celebración de la Santa Misa invitados por Marcos para verle participar de la Eucaristía junto a sus compañeros y compañeras de Catequesis. La espontaneidad de los pequeños, la mirada vibrante de los mayores y la calidez y calidad humana del sacerdote infundieron a la atmósfera el sentido Cristiano preciso. Me sentí en casa.
La ya pronta primavera conducirá a mi familia al reencuentro con esta parroquia andujareña, donde mi sobrino Marcos vive la Catequesis previa a recibir a Cristo Sacramentado por primera vez. Fue también junto a esta comunidad cristiana que yo recibí mi Primera Comunión.
Acudíamos a la celebración de la Santa Misa invitados por Marcos para verle participar de la Eucaristía junto a sus compañeros y compañeras de Catequesis. La espontaneidad de los pequeños, la mirada vibrante de los mayores y la calidez y calidad humana del sacerdote infundieron a la atmósfera el sentido Cristiano preciso. Me sentí en casa.
Fue al término de la Misa que quise recuperar el tacto de aquel aire sagrado hecho plegaria y roce de dedos, ante las muestras de arte que ejercen de puntales catequéticos en este joven templo.
En esta parroquia encontramos la muerte de Cristo en la Cruz interpretada de formas bien distintas, a lo largo de un amplio bagaje artístico y cultural.
Destaca la efigie que nos muestra a Cristo expirante, situada en la capilla Penitencial, que nos muestra a un Cristo-hombre exhalando su último aliento, con los pies gastados por el fuego y la devoción acompasada con el roce de las manos, que nos transmite un carácter de fragilidad, de cercanía.
Antonio González Orea nos legó una imagen de Cristo majestad oferente, sacramental, buen Pastor para las almas que ante Él se postran, reflejadas a través de la estética valiente y detallista de maese Francisco Baños, otro de los artistas jiennenses que marcó el arte de nuestra provincia durante las décadas centrales del pasado siglo. Un personalísimo retablo que respira de los diseños de estos artistas a través de toda la provincia.
Y, como Templo, Sagrario y Esposa del Espíritu Santo, el maestro Orea también nos dejó a María que, procedente de la parroquia de San Eufrasio, encontró un marco plenamente acorde a su estética en la parroquia de Cristo Rey, al pie del norteño arrabal andujareño.
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