Dios nos va dejando destellos de su Gloria, y Él, sólo Él, es quien pone los tiempos. Es por esto que, de tanto en cuanto, reclama para sí la vuelta de sus hijos e hijas predilectos. Aquí, sobre la tierra fértil que ellos abonaron y de la que obtuvieron frutos, nos queda el magisterio de su vida y anaqueles enteros de memorias a las que acudimos, a cada poco, para seguir viviendo según esos valores que llenan de sentido nuestra existencia.
Es imposible no clamar a los cielos por la levedad del paso de la gente de bien entre nosotros. Y es entonces, cuando, de esa altura de la memoria vuelve a nosotros, ese oleaje de imágenes, palabras, recetas, versos, sentimientos y emociones como legado sublime de los seres queridos.
Lali Medina Medina ha vuelto al Cielo desde el que Dios nos la entregó para que fuera esposa de un hombre cabal (¡de todo un maestro de Castilla!), madre de tres buenas personas, abuela de sólidos pilares para tan noble familia y maestra, siempre maestra, de corazones y conciencias que se forjaron bajo el amparo de su magisterio.
Lali ya tiene por encerado un remolino de nubes sobre el que escribirá las palabras más hermosas para que querubines infantes aprendan las primeras letras. Ella, maestra por capacidad, por actitud, por condición y como paradigma, deja sentadas las bases de su amor por la belleza en la urdimbre del alma de sus hijos, hijas y nietos, y el tacto vital y el latido de su corazón entero, en el acompasado recuerdo y eterno amor de su esposo, Pedro Corbella.
Está bien claro que no nos deja; ahora gestiona esa forma de hablar con Dios, de dirigirnos a Él, de pedirle y de agardecerle cuanto supone haber dado vida y forma a una familia cristiana.
Ahora, el ama y ella estarán cosiendo estrellas en el orillo de la noche de la Sierra, y recordarán las cosas hechas y sabrán que su legado permanece vivo en las cosas por hacer por su familia aquí en la tierra.
Esta Luna última de invierno la ha recibido para ser cultivadora de hojas de pan de plata que den luz a una canastilla con pálpito de Castilla (¡Lali nos trajo toda la nobleza de aquella tierra hasta nuestro valle y nuestra Sierra!) junto a la que acompañarán a Dios en su caminar por la Andújar de Pasión y Primavera.
Ya el Cielo ha crecido aún más. Ya tenemos a otro ángel que nos guarde.
Descansa en la Gloria que mereces, Lali Medina Medina, y que Dios siga bendiciendo siempre a tu familia.
Lali ya tiene por encerado un remolino de nubes sobre el que escribirá las palabras más hermosas para que querubines infantes aprendan las primeras letras. Ella, maestra por capacidad, por actitud, por condición y como paradigma, deja sentadas las bases de su amor por la belleza en la urdimbre del alma de sus hijos, hijas y nietos, y el tacto vital y el latido de su corazón entero, en el acompasado recuerdo y eterno amor de su esposo, Pedro Corbella.
Está bien claro que no nos deja; ahora gestiona esa forma de hablar con Dios, de dirigirnos a Él, de pedirle y de agardecerle cuanto supone haber dado vida y forma a una familia cristiana.
Ahora, el ama y ella estarán cosiendo estrellas en el orillo de la noche de la Sierra, y recordarán las cosas hechas y sabrán que su legado permanece vivo en las cosas por hacer por su familia aquí en la tierra.
Esta Luna última de invierno la ha recibido para ser cultivadora de hojas de pan de plata que den luz a una canastilla con pálpito de Castilla (¡Lali nos trajo toda la nobleza de aquella tierra hasta nuestro valle y nuestra Sierra!) junto a la que acompañarán a Dios en su caminar por la Andújar de Pasión y Primavera.
Ya el Cielo ha crecido aún más. Ya tenemos a otro ángel que nos guarde.
Descansa en la Gloria que mereces, Lali Medina Medina, y que Dios siga bendiciendo siempre a tu familia.
Muchísimas gracias Hermano. Ayer fue un día bastante duro, pero fue increíble ver San Miguel lleno de gente. Una madre es única, insustituible, Dios le da a la mujer ese Don y Ellas lo derrochan con sus hijos. Pero además mi madre se dió a los demás mucho mas de lo que yo podía imaginar, y ayer nos devolvieron a nosotros lo que Ella les dio. Su última lección me la dio ayer. Ella estaba feliz ayer, estaba riendo, como siempre.
ResponderEliminarQueda pendiente un café contigo, quiero contarte en la intimidad la tarde de ayer.
Amigo, Manuel...qué forma tan bonita de homenajear a esta mujer, a Lali.
ResponderEliminarQué grandes verdades que se enlazan y forman un artículo, éste.
Descanse en paz y sea ahora maestra de ángeles mientras vive la resurrección del Gran Poder de Cristo.