lunes, 4 de abril de 2016

CRÓNICAS DE UN PASEANTE RANCIO - CAPÍTULO XCIII - SANTA MARINA Y SANTIAGO

¡Me alegro de haber encontrado allí a la Cofradía! ¡Era un requerimiento de mi forma de interpretar la ciudad! Caminar durante todo el año junto a la cabecera de la antigua parroquia de Santiago, en el corazón de la medina, requería que el recuerdo dibujara, junto a sus muros de molinaza y ladrillo, la huella itinerante de una Cofradía.


Llegamos a tiempo, siempre según el compás de esa párvula escuadra cofradiera que ya nos acompaña. He de decir que nuestros niños se impresionaron -¡y de qué manera!- al toparse de bruces con el Fiscal de Cruz que marcaba el andar del cortejo penitente de la Venerable Cofradía del Santo Sepulcro andujareña.

Yo llevaba al pequeño Miguel Ángel en brazos, para tratar de calmar su desazón ante el silente y negro duelo de la Cofradía del recordado Convento de la Victoria, de Mínimos, sugiriéndole, a media voz, los motivos por los que aquellas personas salían así a nuestro encuentro, en las viejas callejuelas de la ciudad, Muy Noble y Muy Leal, que sigue viendo pasar su historia sin preguntarle siquiera hacia dónde camina..

¡Así que fue Manuel Almansa Duro, con sus siete años y medio de práctica, quien se hizo cargo de la cámara fotográfica! ¡Está bien conocer aquello que llama la atención de un niño!


El golpe de la vara del fiscal fue el primer reto que los más pequeños encontraron. Yo sentía la respiración de Miguel Ángel en mi cuello, intentando esquivar la visión del aquel solitario nazareno.

- "¡Tranquilo, sólo es un hombre vestido con su túnica que nos avisa de que algo importante va a pasar!, ¡para que estemos atentos! ¡No tengas miedo!"- le dije, recordando la tranquilidad que me transmitía la mano de mi padre cuando veíamos pasar, por la Puerta del Sol, la oscura comitiva que caminaba junto al Gran Poder iliturgitano.


El ronco tambor, trepanador de la vieja piedra de asperón de la cabecera parroquial, ayudó en algo para tranquilizarles, pues observé como el pequeño Luis imitaba el golpeteo de la maza sobre el parche, en ese impulso natural que siente todo niño de seguir un compás que nos acelera el pulso.

¡Y llegó la escuadra romana! ¡No debería haber ni una sola generación de niños cofrades que no disfrutara de lo que significa ver desfilar a una escuadra de soldados romanos en una procesión! ¡A Manuel chico le faltaba tiempo para apretar el disparador de la cámara, tratando de atrapar el paso de aquellos soldados de Tiberio que habrían de montar guardia junto al sepulcro!




La memoria de lo que nuestros abuelos construyeron está impresa en los viejos álbumes de fotografías en tonos sepia, en la piel de quienes sintieron un escalofrío al paso de aquellas gentes armadas, en la retina de nuestras abuelas de plata que aún se recuerdan a sí mismas cosiendo "la´senagüillas" de los trajes de "romanos"...


Cruz de Guía que abre el cortejo penitente. Velazqueña huella, manifestada entre ciriales, y con ese empleo de dalmáticas sobre túnicas nazarenas tan debatible.


¡Al revisar la cámara, descubrí que el pequeño Manuel ya anda metido en experimentos, buscando encuadres que le permitan atraparlo todo,... y creando nuevos puntos de vista! Dejémosle que ensaye, pues ese deseo de captarlo todo es una de las mejores maneras de "aprehender" cuanto la vida nos ofrece.


Llegó la escuadra de damas de mantilla que preceden a la Cruz Triunfal. Quiero, en este momento, dedicar una loa y mi completo reconocimiento a la labor desempeñada por las maestras y maestros de Religión, que ofrecen ese diálogo en oración, dibujo y lámina impresa, plegaria, cercanía, cariño y amabilidad que muestra a nuestros hijos e hijas en Quién creemos y confiamos y el porqué entendemos la vida de esta manera. ¡Hay que sentirse orgulloso de los verdaderos cimientos del Orden Moral Cristiano sobre los que está edificada esta sociedad española nuestra!

¡Bendita infancia, que es capaz de arrancar una sonrisa a quien participa en un cortejo de tan acertada sobriedad y silenciosa penitencia! ¡Mas, se es maestra en cada instante de la vida,... y una profesora de la talla y de la calidad humana de Teresa no puede evitar dibujar una sonrisa ante uno de sus alumnos, pues Aquel a quien ahora acompaña en sus exequias, ha de volver a ser Luz de Luz y Vida para nuestras vidas en apenas tres días!

¡GRANDES NUESTRAS MAESTRAS!

 
¡Llegó la Cruz Triunfal, ese Árbol donde se nos brinda toda la Misericordia de Dios!... ¡Y Manuel chico, que llevaba una semana revisando nuestras viejas publicaciones de "El Correo de Andalucía", no acierta a decir otra cosa sino...!
- "¡Mira papá, aquí ya está "derrotá" la "Canina"!"  



Comitiva de negro duelo, compuesta por cofrades que se declaran testigos fieles de la Resurrección de Cristo mientras velan su cuerpo por tres días. Estandartes manifestando la maestría de los artistas andujareños bajo cruces decimonónicas de bronce, entre la escolta que le brindan viejos faroles, recordándonos aquellas públicas manifestaciones de Fe presididas por estandartes de Cristo y de Nuestra Señora, esencia  de nuestra forma de ser y de pensar.






Sonidos de guizques y añoranza del golpeteo de carracas que ordenaran este andar silente que todo lo llena, que puebla cada rincón de la noble ciudad, penitente y peregrina.

Así llega la parihuela sobre la que el cuerpo de Cristo es trasladado al sepulcro vacío que cediera José de Arimatea.

El alma de los más jóvenes despierta de ese primer temor producido por tan extraños sonidos y tan oscuro cortejo y busca ahora, de puntillas los mayores y encumbrados sobre el balcón de los brazos que los alzan los más pequeños, contemplar el cuerpo de Jesús. Su atención se centra, en primer lugar, en el agujero que dejaron los clavos en sus manos y la llaga abierta en su costado. Luego, siempre nos llega la misma pregunta:

- "¿Jesús no está muerto, verdad?,... ¿a que sólo está dormido?"

El sonido del mazo sobre el dragón de bronce les vuelve a sobresaltar. La vida les irá ofreciendo la respuesta.



Busca ahora el jovencísimo fotógrafo a su párroco, a aquel que les acompaña durante las tardes de Catequesis, cuando bajan de clase para saludar a Jesús en el Sagrario, aquel sacerdote con el que aprenden Villancicos "to chulos" y la manera en la que hay que participar en la Misa de los Domingos; Y para su amigo es la última de las fotografías de esta procesión exequial que acompaña a Jesús y que nos devuelve, una vez más, a consumir las vísperas para su Resurrección a una Nueva Existencia.

 

¡Me alegro de haber encontrado a la Cofradía del Santo Sepulcro junto a la iglesia de Santiago!

En el año 1998, el Obispado de Jaén y el Ayuntamiento de Andújar encontraron la manera de restaurar los bellísimos templos de Santa Marina y Santiago y de reabrirlos para que la ciudadanía de Andújar pudiera disfrutar de dos magníficos espacios imborrables para el significado actual de nuestra ciudad.

Allí gozamos de magníficos pregones, de sesiones formativas y de convivencia, de extraordinarias exposiciones, como la Magna del Segundo Milenio organizada por la Cofradía Matriz o la presentación del cartel para dicho Jubileo realizado por la Cofradía de la Santa Vera-Cruz o los pregones, exaltaciones y presentaciones de carteles de Cofradías y Asociaciones Civiles de la ciudad o aquella exposición con motivo del Quinto Centenario de los Estatutos de 1505 de la Cofradía Matriz o conciertos de todo tipo de músicas o conferencias de profundo calado...


He podido hablar con representantes de ambas instituciones sobre el futuro de ambos espacios. Comparten las mismas inquietudes... ¡y aportan las mismas dificultades!, pero sé que no abandonan la realización de proyectos que recuperen estos bellísimos puntales del patrimonio iliturgitano.

Santa Marina y Santiago son dos clarines que suenan en la ciudad, junto con el viejo alcázar, la "Casa Azul" o la de "el ecijano", la muralla en el altozano de "la Marquesa" o la "Casa de la Cultura", en la Plaza de Santa María.

El asociacionismo puede brindar vida, actividad, crear encuentros con la cultura,.... las instituciones tienen que encontrar la fórmula para que estas corrientes tengan un cauce por el que circular.

¡Siempre hemos de sentirnos en vísperas de hallar una solución!,.. ¡antes de que ésta no tenga a dónde llegar!



 




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