¡Alzar las banderas del Rey e ir pregonando a los cuatro vientos las enseñas de nuestra Madre y Dueña!
Se trata de dar fondo a una identidad heredada, asumida, investigada y comprendida durante todo este fértil proceso. Van naciendo así "documentos" bordados y cincelados que atestiguan lo que fuimos, lo que debe estar correctamente documentado, cuanto queremos transmitir y, en suma, la belleza retenida en el concepto del arte cofradiero.
Viejas formas para mostrar la identidad de unas corporaciones, en muchas ocasiones, multiseculares, que se enraízan en nuestros conceptos y formas de pensar, adaptándose al tiempo y al lugar en el que tenemos la dicha de vivir.
Cada bandera recogida muestra una heráldica que debe estar plena de significados. Sin ellos, estas insignias pierden su valor documental IMPRESCINDIBLE.
Derroche de técnicas, en las que, hemos de procurar, prime la herencia de los artesanos que dieron luz y forma a esta manera nuestra de expresarnos y de mostrar nuestro origen y nuestra secuencia temporal, defendida como sublime herencia.
Bellísimos catecismos del pueblo, abiertos de par en par, por la página de sus privilegios compartidos, de sus gozos, de su paso por la historia de sus convecinos.
Insignias parlantes dotadas de un regusto que ha de ser explicado a nuestros más pequeños, para que ellos también entiendan el origen, los motivos, las razones que nos guían a seguir creyendo en Dios y en su Palabra de vida a través de unas costumbres heredadas, que reflejan la manera en la que el pueblo sigue fiel a su Rey.
La obra de nuestros artistas, artesanos y diseñadores, convertida en seña de identidad y de orgullo para los hermanos y hermanas de corporaciones cargadas de años y de plegarias musitadas en silencio, frente al retablo de sus Titulares excelsos, o entre compases de arte, por las calles y altozanos de mi Andújar.
Regusto de fragancias, escoltas para insignias en una desmemoriada ciudad, que tampoco recuerda haberlas tenido, calles llenas de un mensaje de historia, de familias, de tradición.... ¡siempre la tradición, siempre la emoción de la memoria!
Técnicas diversas para plasmar un mensaje que ha de continuar en el tiempo, de crear una identidad, de ser defendido, asumido, mostrado con orgullo... ¡entendido en sus raíces!
Colores que se llevan desde niños y que hasta se llegan a compartir junto al código genético, que ve en ellos la Fe de sus mayores y el legado de sus abuelos.
Armas ideadas por el sueño de cofrades que permanecen en el anonimato, pero que sienten ese íntimo orgullo de haber colaborado en el nacimiento de una heráldica que ya permanecerá para siempre en la retina de sus paisanos.
Familias abrazadas en torno a un emblema. Es como santiguarse en familia antes de dar comienzo al nuevo día. ¡Es todo un orgullo escoltar a nuestra divisa, que guarda los nombres de Cristo y de María!
Bordados de seda, imaginería matizada que aporta la oración nacida de las manos de las religiosas que deciden vivir su fe dedicadas a la contemplación de las maravillas de Dios.
Comunidades parroquiales que dan vida a la fe de toda una ciudad, olvidadiza las más de las veces, pero que bien puede estar orgullosa del calado de sus Patronos.
Adoración a Dios hecho majestuosa presencia inamovible, invariable, implícita en lo que somos y confesamos creer. Sacra adoración al Pan vivo, al Sacrificio por amor, a una Comunidad Cofrade de la que todos formamos parte en nuestra esencia.
Pasión, Muerte y Resurrección. Heráldica y colores nacidos de la vocación de servicio de un ordenado, de un hombre de Dios, que supo estar próximo a la piedad popular, que ve a Cristo siempre vivo en las cosas más sencillas.
Redil de ilusiones, de conceptos que se extienden por todo el orbe cristiano y que en Andújar tuvieron cabida hace ya siglos; que nunca debieran perder lo que fueron, que permanecen latentes, buscando su espacio, su forma, su pleno significado.
Huella de fe que se encuentra ya enraizada en los más pequeños, tomando el relevo a aquellas Pías Uniones que nunca deberían de llegar a desaparecer del todo.
Cofradías creadas por Fe, por ilusión, por atrevimiento las más de las veces, por querencia a un nombre pronunciado desde la cuna, por unas formas de andar, de sentir, de rezar, que se llevan más que en el sentido, ¡en el alma!
Pasos dados, siempre, sobre el camino que otros nos mostraron. Contenido de una sabia escuela que permanece guardada en los anaqueles de los anticuarios o en las alacenas de nuestras sacristías y casas parroquiales y que, gracias al tesón de los cofrades, vuelven a ver la luz de nuestras calles para mostrar el auténtico CATECISMO COFRADE: ¡HEMOS NACIDO PARA MOSTRAR NUESTRA FE POR LAS CALLES, RODEADA DE ARTE Y DE SIGNIFICADOS!
¡HEMOS NACIDO PARA PROCESIONAR, PARA HACER ESTACIÓN A ESE RINCÓN DE LAS ALMAS DONDE SE CONSERVA LA ESENCIA DE LO QUE SOMOS!
¡ESTAS SON LAS BANDERAS DE NUESTROS REYES!
Magnífico artículo si de llamar a la ilusión nos referimos, si de llamar a la "salvaguarda" de la esencia y así de la vida de nuestras familias cofrades. Creo que es un empujón de ánimo, ilusión y esperanza a la vez que un llamamiento al respeto para aquellos que entienden la Iglesia de otro modo diferente al nuestro.
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