Marmolejo
necesitaba crecer, buscar un nuevo cauce para que las familias fueran dando bonanza
también al horizonte de olivos que se extiende hacia su Sur. La Sierra y el río
han marcado la raíz de sus vidas, de sus huertas, de sus casas blancas, de esos
preciosos patios matizados de macetas, alimentados por la salud de las aguas
llegadas hasta sus pozos a través de serranas correntías. Marmolejo habría que
crecer, y lo haría sobre la piel del barrio de “Regiones”.
Y en
este año de gracia de 2014, gracias al ímpetu joven, al amor por su gente y al
conocimiento y al respeto mostrado por la historia de su Real Cofradía (gracias Emilio José Urbano por mostrarme esta huella), la Santísima Virgen de la Cabeza,
protectora perpetua del pueblo de Marmolejo, quiso llegar hasta este bello
barrio para visitar a todos y cada uno de sus vecinos y vecinas.
Conocía
de antiguo la magnífica celebración que Marmolejo vive en torno a nuestra
Virgen de la Cabeza al llegar el mes de Mayo, cuando aún huele el alma a Romería.
Así me lo había hecho saber maese Pedro López, y junto a él, esas dos almas
marmolejeñas que infundieron su arte a las eternas “Noches de Abril”; me
refiero al matrimonio formado por Ana María y Tino.
Tino, precisamente, ha sido una de las personas que ha marcado mi primer año junto a la Madre de Dios durante su discurrir por las calles de Marmolejo. ¡No olvidaré como, quien ejerciera como manijero para la cuadrilla de anderos de la Santísima Virgen por las calles de su pueblo, al regresar con Ella a la Ermita, con la labor cumplida, buscó el último de los rincones, frente al retablo que esperaba recibir a la Santísima Virgen de vuelta (¡junto a mi sublime Estrella, precisamente!). Allí, Tino, sentado en un banco, con la mirada abstraída, meditaba en las emociones vividas y dedicaba, estoy seguro de ello, cuenta cabal de sus vivencias y del deber cumplido. ¡Noble heredero para una casta; buena simiente marmolejeña!
Tino, precisamente, ha sido una de las personas que ha marcado mi primer año junto a la Madre de Dios durante su discurrir por las calles de Marmolejo. ¡No olvidaré como, quien ejerciera como manijero para la cuadrilla de anderos de la Santísima Virgen por las calles de su pueblo, al regresar con Ella a la Ermita, con la labor cumplida, buscó el último de los rincones, frente al retablo que esperaba recibir a la Santísima Virgen de vuelta (¡junto a mi sublime Estrella, precisamente!). Allí, Tino, sentado en un banco, con la mirada abstraída, meditaba en las emociones vividas y dedicaba, estoy seguro de ello, cuenta cabal de sus vivencias y del deber cumplido. ¡Noble heredero para una casta; buena simiente marmolejeña!
He
de agradecer el honor recibido de poder brindar escolta de luz a la Virgen morena, en primer lugar, a José Manuel Lozano Lozano, a la sazón,
presidente de la Real Cofradía de Nuestra Señora de la Cabeza, de la villa de Marmolejo.
Él, que es costalero de la Virgen de los Dolores, Titular de la Cofradía de la Santa
Vera-Cruz, de Andújar, solicitaba a la corporación penitente andujareña, el poder disponer de cuatro ciriales para dar escolta a la Madre de Dios durante
su tránsito de Gloria por las calles de la población hermana.
Las primeras
emociones vividas vinieron nada más llegar al templo: la cordialidad, la elegancia, el protocolo y la belleza que
pudimos disfrutar a las puertas de la Parroquia de Nuestra Señora
de la Paz fueron memorables.
Agradecer a José, Ángel, David y Alejandro su saber hacer como componentes del cortejo litúrgico en esta jornada del 3 de mayo de 2014.
En este mismo apartado de admiración y respeto, quiero detenerme y honrar el trabajo y el amor derrochados por los anderos y anderas que portaron sobre sus hombros a la Santísima Virgen de la Cabeza de Marmolejo. En todo momento, este grupo de personas dio muestras de carácter, emoción, respeto y gozo bajo estas andas sobre la que mecían a su Reina. Hablamos de una parihuela que, he de remarcar, no presenta ni tan siquiera unas horquillas para aliviar su peso.
Agradecer a José, Ángel, David y Alejandro su saber hacer como componentes del cortejo litúrgico en esta jornada del 3 de mayo de 2014.
En este mismo apartado de admiración y respeto, quiero detenerme y honrar el trabajo y el amor derrochados por los anderos y anderas que portaron sobre sus hombros a la Santísima Virgen de la Cabeza de Marmolejo. En todo momento, este grupo de personas dio muestras de carácter, emoción, respeto y gozo bajo estas andas sobre la que mecían a su Reina. Hablamos de una parihuela que, he de remarcar, no presenta ni tan siquiera unas horquillas para aliviar su peso.
Ejemplar
también la forma en la que marchó este cortejo de Gloria: elegante,
magníficamente acompañado por todo el pueblo. Daba igual la ideología de cada
cual; esa tarde, había que sentirse orgulloso de ser hijo de la villa y de una
Madre de piel color aceituna que venía, un año más, a recibir el agradecimiento
de su gente.
El
honor de representar a esta población ante las plantas de la Santísima Virgen
recaía en este año en los cofrades Rocío Valcarreras y Manuel Soriano
Barragán, que fueron los mejores pregoneros que un pueblo entero puede tener
para mostrar el amor que siente hacia su protectora y dueña.
Rocío y Manuel, junto a los cofrades de la Real y Venerable Hermandad de Marmolejo, de su familia y de sus amigos, mostraron en todo momento ese incontenible flujo de alegría y de lágrimas que supone el cauce por el que navega el amor hacia la Virgen y el orgullo de pertenecer a su pueblo.
Rocío y Manuel, junto a los cofrades de la Real y Venerable Hermandad de Marmolejo, de su familia y de sus amigos, mostraron en todo momento ese incontenible flujo de alegría y de lágrimas que supone el cauce por el que navega el amor hacia la Virgen y el orgullo de pertenecer a su pueblo.
Fueron
numerosas las Cofradías filiales que se hicieron presentes acompañando a la
corporación letífica marmolejeña en este día de gloria y esplendor. Grande
también el acompañamiento de hijos e hijas de la villa a lomos de sus
caballerías, que siguieron el cortejo como queriendo recordar a la Señora lo
vivido durante el Camino en Romería hasta su Cerro. Un trocito de las “vereas”
que comienzan en la Centenera se hizo presente, siguiendo la senda marcada por
la Santísima Virgen por las calles de la Villa del Agua.
Los
pulsos de la Procesión letífica, con un correctísimo tiempo de paso y un
horario cumplido atendiendo a la experiencia cosechada, fueron marcados por el
acompañamiento musical la Banda de Cornetas y Tambores, siendo anuncio de la
llegada de la comitiva, y por la Asociación Músico-Cultural “Maestro Flores”,
quien saludó el andar de la Madre de Dios con las partituras que para Ella
soñaron músicos enamorados del perfume su Sierra.
El
barrio de “Regiones” supo también hacerse merecedor de esta regia visita. Así,
sus vecinos y vecinas engalanaron sus altozanos, cada plazuela y los rincones
más hermosos de sus calles para que la Virgen luciera aún más guapa, si cabe, al
sentir amor tan intenso, de familias enteras.
No pudo
haber mejor “catedral” para la Celebración Eucarística que la Plaza de la “Virgen de la Cabeza”, que por primera vez recibía
a quien es motivo de su Gloria. La Plaza se mostró como el más hermoso templo
al aire libre que se pudiera pensar.
También
me causó una profunda emoción escuchar las plegarias más bonitas y las
sevillanas más acertadas que eran interpretadas para la Reina de Sierra Morena
durante el transcurso de la Eucaristía. ¡Y no sólo durante la Misa, sino también
durante todo el recorrido de vuelta hasta la Ermita de Jesús, llegando a oídos de la Santísima Virgen
desde los balcones y las esquinas de todo el barrio!
No
cesaron, ni por un momento, los vítores hacia la Reina del Cielo, enlazados en
un continuo “¡Viva la Virgen de la Cabeza!” que estremecía el alma al oírlo
pronunciado tanto de personas mayores como de los niños y niñas de corta edad que tomaban
así el relevo de fe y amor hacia la Virgen que reciben de sus mayores desde la cuna.
Llovió
en aquella jornada sobre Marmolejo... ¡ay, David!, como siempre debería llover ante el paso
de una Procesión: ¡un mar de pétalos! Pétalos que tapizaron el suelo de la Villa como si
de la festividad del Corpus se tratara, y dejaron dicho, bien a las claras, que
la Señora de Marmolejo es la Virgen de la Cabeza, la dulcísima Madre de Dios,
guardesa eterna de nuestros sueños.
Es un año de gozo para Manuel y para Ana que toman el relevo. ¡Es la vida que encuentra su curso natural!
En el apartado de mis agradecimientos personales: gracias
a toda la Junta de Gobierno por permitidme disfrutar de una jornada maravillosa, gracias a todos por ser
como sois, gracias por enseñarme la forma en la que amáis a nuestra Madre,
hermanos y hermanas.. Gracias
por permitidnos rozar con los dedos la Gloria entre las buenas almas de
Marmolejo.
De manera especial, gracias a maese "Petit Julen", porque os he podido plasmar mis emociones de aquella jornada única a través de su visión. ¡Gracias, amigo mío!
Y, en definitiva, gracias a todos por mostrarnos como seguís siendo siempre fieles a lo recibido de nuestros padres y abuelos. Dios quiera que sigamos unidos por estas sendas benditas que nos llevan junto a Ella, hasta el propio Cielo, al encuentro del Señor de nuestras vidas: el Divino Nazareno.
De manera especial, gracias a maese "Petit Julen", porque os he podido plasmar mis emociones de aquella jornada única a través de su visión. ¡Gracias, amigo mío!
Y, en definitiva, gracias a todos por mostrarnos como seguís siendo siempre fieles a lo recibido de nuestros padres y abuelos. Dios quiera que sigamos unidos por estas sendas benditas que nos llevan junto a Ella, hasta el propio Cielo, al encuentro del Señor de nuestras vidas: el Divino Nazareno.
¡Viva nuestra
Virgen, morena y pequeñita!
¡Vivan
sus hijos e hijas de Marmolejo!
¡VIVA
LA VIRGEN DE LA CABEZA!
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