Vivimos un bucle en nuestro ser el pasado sábado 27 de noviembre. En este ambarino Octubre andujareño, pudimos sentir un nuevo rescoldo de vísperas gracias a la actuación sobre las tablas ya sabias del Teatro Principal de Andújar de la Sociedad Filarmónica de Nuestra Señora de la Oliva, de Salteras, y nos dejamos conducir por su directora, maesa Amadora Mercado Pérez, hermana nuestra de Guadalquivir, Rumblar y dehesas de Sierra Morena y afamada músico que ha hecho suyo el arte de Bernstein, modelándolo a su imagen y semejanza, como los ancestros de su ciudad hicieron con la inconsútil arcilla de su terruño.
¡Tantas calles recorridas junto a ellos, tantos momentos de espera para poder gozar de esos minutos de gloriosa conjunción entre música y movimiento! Y para los componentes de la banda de música, tantas y tantas horas de ensayo, de equilibrio entre vida, oficio y estudios, tanto matiz repetido hasta convertirlo en un gesto, en una pulsión, en una respiración asumida y perfeccionada hasta el último detalle.
Disfrutamos esos detalles perceptibles en concierto y que en la calle se ven devorados por la vorágine de imágenes, sensaciones y mecidas: como ese bellísimo aleteo de dedos sobre clarinetes, flautas y viento madera que marca el inicio soñado por el maestro David Hurtado para su plegaria de madrugadas "Como Tú ninguna", con los músicos embocando sus instrumentos con la mirada fija en maesa Amadora, mientras el público mantenía la respiración contenida; O las magistrales indicaciones de tan sin para directora, cuando cerraba las manos frente a sí para contener la melodía y con un leve y grácil gesto de su mano izquierda, daba paso a la interpretación del melódico y dulcísimo trío de "Danos la Paz" por parte de las timbradas y gráciles voces de La Oliva.
Emoción en el saludo de la directora al dar paso a la interpretación del "Morenita y pequeñita", herencia sonada de toda una devoción y "leit motiv" de este pueblo peregrino al que siempre le temblará la voz al recitar esos versos que nos recuerdan que somos puerta y arco triunfal que da paso a esa cita colgada entre Cielo y tierra.
Una jornada de gozo que se consumió entre las notas de nuestro himno nacional marcando el comienzo emocionado y agradecido de una nueva víspera.
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