A rezar se llega por el ejemplo de la familia. A creérselo, por las vueltas que da la vida. A nazareno, por elegancia. A vestir la mantilla, por lo mismo. A costalero, ¡por fortaleza! A capataz, ¡por honradez! A cofrade, por ser cristiano. A cristiano, ¡hay que currárselo cada día, sabiendo que la Cruz no sale sólo una vez al año!
Junto a dos arcos pervive la herencia cofradiera que nos legaron nuestros mayores. La Hermandad de la Agonía en el Huerto y de Nuestra Madre Dolorosa es un barrio entero caminando junto a Dios y a María Santísima; ¡y mira que en Andújar no hay concepto sólido de barrios! Somos pueblo poco dado a agruparse; no nos caracterizamos por ensalzar la raiz de nuestro legado. Pero, el Miércoles Santo, un vuelo de capas anudadas al cuello de nuestros más jóvenes cofrades nos dan a todos una lección de lo que significa "vivir unas señas de identidad". ¡Bien por los nazarenos y nazarenas del Miércoles Santo iliturgitano!
Y en el Centro, rondando la luz de su convento Carmelita, la Cofradía del Señor de la Paz, Jesús de la Paciencia y Nuestra Madre y Señora del Rosario, recoge entre las filas nazarenas el alma de una ciudad que perdió la identidad de su centro histórico, pero que lo recupera por unas horas en la noche nobilísima del cuarto día de la Semana Santa.
Es la herencia de sus madres, abuelas, bisabuelas,... es la peina y el encaje heredado de generación en generación, es un concepto de acompañar el dolor de una Madre vestida de duelo según la esencia española. Son cofrades que rezan rosarios de vida, son madres que saben que sus hijos e hijas caminan revestidos en el cortejo. Son esposas, hermanas e hijas que han echado los dientes viviendo el día a día de sus cofradías. ¡Son el más hermoso cortejo que se puede disponer ante una Reina!
Bien saben cuantos me conocen que rindo pleitesía a una túnica nazarena engalanada por una capa. La capa llega a la impedimenta del nazareno en el siglo XIX y lo hace para otorgarle esa categoría de HÁBITO, de traje de Reglas, tal y como los recogidos para las órdenes religiosas junto a las que caminan las Cofradías y cuyas normas de vida y compromiso buscaron imitar, desde antiguo, nuestras corporaciones seglares, formulando sus votos, próximos a los ofrecidos por las órdenes y congregaciones monacales.
¡Capas granas y blancas que envuelven el rezo de los cortejos nazarenos de nuestras Cofradías del Míercoles Santo, marcando el vuelo de esa oración que sube hasta el propio Cielo!
Dios, en su Agonía,
alza al Cielo la mirada.
¡La espadaña, de anochecida,
cual martillo que llama,
es testigo del paso cabal
del Señor de las Almas!
Y el incienso se hace clámide
envolviendo la carne desgarrada
de este Cristo, humilde carpintero
que camina entre versos y tallas,
buscando a este pueblo suyo
que al verle, reza y calla.
Dolores tiene su Arco Real y Rosario, su Basílica. Dolores tiene el llanto contenido y Rosario, un pañuelo de calas blancas. Dolores camina desde la antigua Isturgi hacia el Centro y Rosario busca las calles de su Judería Carmelitana. Dolores riza claveles de fe y Rosario recoge las estrellas de la noche entre sus jarras. Dolores y Rosario funden hachas de luz purísima de esta Sierra Mariana que da la mejor cera del mundo; Por eso la Madre de Dios la quiso para que fuera su CASA. ¡Y Andújar, cuando todavía estaba atenta a lo que le pedía su Virgen, en el cerro más alto le contruyó su TERRENAL MORADA!
Para ser capataz hay que ser padre de aquellos que en ti confían. Hay que ser ordenado, cabal, vestirse por los pies, tener palabra, conocer la medida, estar pendiente, tener formalidad, tener talante, ser maestro sin pretenderlo, ser honrado, ¡sí o sí! Tener a la Fe más aprecio que al martillo. Rezar sin sentir vergüenza, sin renunciar a decirle a Dios y a su Madre, públicamente, que los amas sobre todas las cosas. Para ser capataz hay que ser muchas cosas. Y los capataces que lo saben, se lo piensan mil veces antes de asumir tamaña responsabilidad, aunque sienten que morirían por servir a sus hermanos y hermanas en el ejercicio de esta noble ciencia a la que tanto respetan, admiran y a la que dedican la gran mayoría de sus horas. Para ser capatar hay que ser cofrade,... ¡y saber que se presta un servicio, no que se recibe una distinción! ¡Yo conozco a varios manijeros como estos!
¡GLORIA Y HONOR A DIOS Y A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, TAL Y COMO LE TRIBUTAN LAS COFRADÍAS DEL MIÉRCOLES SANTO DE MI PUEBLO!
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