Nos convocaron sus hermanos y hermanas a un nuevo encuentro con Ella, quien marca la primera luz cierta del Otoño para el ser cofrade de Andújar. Y junto a ellos acudimos, para ver nacer al Sol de labios de Nuestra Madre y Señora del Rosario, que custodia aún entre sus cuentas la bendita protección del escapulario carmelita.
Se prendió la cera y Santa María la Mayor fue revuelo de albas, de amanecida, de cera blanca libada sobre el Rosal Divino que desde el monte Carmelo viene a nacer, luciendo de rosa y bronce las mejillas de la Virgen Niña Carmelita.
Salió la Virgen del Rosario al encuentro de la memoria de la Aurora, y tañó para Ella la desaparecida espadaña de nuestras cosas perdidas. Pero la Señora de piel morena, que es Niña joven aún, más con muchas plegarias prendidas, como alfileritos que rizan y dan forma a su mantilla, nos hizo olvidar las bellezas perdidas, porque con el carmín de su sonrisa, nos venía anunciando que en Andújar habrá siempre nueva vida, como la de sus cofrades... ¡INFATIGABLES!, que por Ella visten Andújar de flor, de cera blanca, de oración, de mimos y de sonrisas.
Es la Hermandad de la Paciencia la heredera de una historia que llega ya a su tercer centenario y que ha sabido recuperar su nombre, su huella, su pasado y su presente de Ramos y Penitencia.
Paz, Paciencia y Rosario,... y siempre Carmen; Carmen del Mar, Carmen del olivar, Carmen, mujer andujareña a quien mecen entre nardos y flores de julio cuando llega su fiesta costaleros con aires de Domingo de Ramos y Miércoles Santo, entre sus compañeros de otras hermandades, amantes también del costal y la trabajadera.
El cortejo fue desgranando "Padre nuestros" y "Ave Marías" ante los rincones más hermosos que le quedan a la vieja ciudad morisca, judía, cristiana y "vanguardista" que es Andújar; que lo mismo te derriba las calles estrechas y las casas de su Judería, que te vende un patio de viejas piedras para que lo alcen en, sepa Dios, que hacienda vecina...
Aún así, de lo que conservamos (¡porque Dios lo ha querido, más que nada!) las cofradías de Andújar dan buena cuenta de su belleza y se enhebran entre esas calles y murales cerámicos y palacios y fachadas y esquinas achaflanadas y piedra molinaza... para que los más jóvenes sepan de la belleza que todavía resiste en este rincón Andalucía.
Galas blancas para la Reina del Rosario andujareña. ¡Sencillamente, preciosa! Elegante, bonita, revestida de un color que parece haber nacido para Ella, rodeada de una maravillosa luz que los altozanos de la ciudad le dedicaron, como si quisieran atrapar para sí esa alegría en la Resurrección que nos transmitía la Virgen María Niña.
Porque las lágrimas de la Madre eran, en aquel Rosario de la Aurora, fructífero llanto que hacía florecer entre sus manos la vida, en la flor y entre las cuentas del Rosario con el que nos invita a seguir adelante, a no detener nunca nuestra búsqueda de la belleza, nuestro eterno tiempo de Vísperas que nos conducen a esa anochecida de Miércoles Santo, cuando el Cielo de Andújar se viste de carmesí y de su Concepción Pura y Limpia, y la lleva a Ella, como Reina coronada, por las calles de esta vieja ciudad de memorias doradas y mustias apatías.
¡Pero la Señora del Rosario carmelitana lleva sostiene sobre sí el corazón de su pueblo! ¿A qué más maravilla?
Cofrades jóvenes, cumpliendo fielmente con las necesidades de un cortejo de rancio abolengo, imprimieron las huellas del tiempo sobre un presente esperanzador.
Dando luz al Estandarte de María Santísima, rezando misterios del Rosario como lo aprendió de sus padres, el pregonero de nuestra Semana Santa de 2015, maese Manuel Andrés Barea Collado, caminaba junto a la Madre de Dios, una vez más, una nueva amanecida. Tenemos este año a un pregonero que, desde niño, ha sentido que la sangre, en cofrade, golpea los pulsos a ritmo de cera fundida, de montaje de Pasos y altares de insignias, de nerviosismo al vestir la túnica nazarena y de emoción liberada al ceñir el cíngulo a la cintura de unos hijos que siguen su senda.
Nuestro Pregonero de Semana Santa caminó junto a la Reina del Cielo, y todos soñamos con el dulce diapasón cofrade que ha de traer su palabra a nuestras almas en las benditas Vísperas Cuaresmales. ¡Buenas Vísperas, maese Manuel Barea! ¡El atril se llena de sapiencia cofrade y andujareña en este año del Señor, con un hombre que siempre lleva a su Andújar por bandera!
Monaguillos con pocos años prendiendo el incienso de la vida, costaleros que igual brindan su andar a Dios que anuncian entre ciriales a su Madre bendita, Juntas de Gobierno llevando sobre sus hombros a la Siempre Virgen María, la Madre de Dios, sin Pecado Concebida, y, aunque en Andalucía sabemos que no se quedó allí para siempre, Asunta a los Cielos para ser declarada por Dios Mediadora de todas las Gracias y Reina y Señora de Andalucía.
La luz, un Octubre más, se quedó sujeta a su cintura, entre rojas distinciones de corte marcial, y la acompañará durante el Adviento que nos conduzca a una nueva Pascua, no sin antes ver declarado a su Hijo, Señor de la Paz, como Rey del Universo.
Rosario volvió a su templo y escapularios de plata se volvieron los hombros de sus costaleros, confesándole a la Virgen Niña Carmelita su amor eterno.
¡Y, un año más, la familia Almansa Duro, con los ojos y el alma llenos de Cielo, disfrutamos de una mañana en familia, el mayor don que Dios nos concede mientras poblamos este bendito suelo andujareño!
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