PUREZA

 

Rondar los espacios que te contienen, en toda tu Pureza, y hablar contigo, teniéndote tan cerca. Palabras que nacen de Ti, o que se te ciñen a la cintura, como cíngulo de promesas, o que te aguardan un nuevo Jueves Santo, entre chorreones de lágrimas de cera. ¡Mi Pasión, mi sincera razón de ser, mi Señor!

 

A las magnificencias Macarenas le sienta bien el rincón desde el que Cristo gobierna y condensa, en torno al sagrado Signo de entrega, a sus hijos e hijas llegadas desde los cuatro confines. Tres amigos arrodillados ante la Verdad. Tres plegarias. Tres certezas. Refugio Sacramental en la Basílica Macarena.

 

Silencio blanco, como el pan ázimo y el blanco albor de la suprema entrega y las obleas que aguardan ser convertidas en compromiso. Sagrado reducto de la razón irreductible. De un confín a otro de la calle Feria, ¡SÓLO CRISTO REINA!

 

Y en la Anunciación, signos precisos del más preciso protocolo y elegancia perenne de esa Virgen de ojos verdes. Cristo Nazareno que tiende su mano y tras ella, su vida entera, mientras un coro de seises entonan el jubileo eucarístico, como si el Cielo supiera que es ahí, bajo las bóvedas renacentistas, donde a Dios se le hacen las horas más dulces y se deja querer entre nubes de incienso y candelería hecha bosque de cera.

 

¡Es muy fácil estar con Dios en cada uno de los rincones hasta los que nos conduce su huella!