Empecemos por nuestra espadaña más joven. Contando por cuartos las horas, escucharemos la nueva voz de la Pastora, huella atrevida que nos dejó el sacerdote Paúl Rafael Quevedo.
¡Qué perfil más resuelto y elegante define ahora esta fachada de la Pastora en toda su Corredera!
Su voz de bronce proclama la verdad de una entrega por amor, que vino a fructificar en un vientre de pureza y gracia.
La madera haciendo gala de su condición de don natural. Los pequeños apliques de metal y pedrería como símbolos del lenguaje que a nuestro escultor y diseñador Manuel López Pérez le servirán siempre para marcar el sentido del mensaje que nos transmite. Apliques de forja y la esbelta huella del maestro Antonio González Orea rubricando el cuerpo central del nuevo retablo en piedra y cerámica. Iglesia y simbología de este siglo para un barrio que creció hacia un naciente de sol y futuro, al que le falta por recuperar el magno azulejo olvidado de nuestra Pastora de las Almas.
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