Para los vestidores, es un un reto magnífico encontarse ante esta Dolorosa que se nos presenta entronizada. La colocación de la saya y del cíngulo o las dificultades propias que han de acarrear la colocación de cinturillas nos hablan bien a las claras de esta constante preocupación iconográfica.
Mil y una incógnitas que ellos van resolviendo con medios dignísimos, que salvan las carencias propias de una Imagen de María Santísima que no cuenta con cofradía propia para llevar adelante la adquisición de enseres.
El amor y la voluntad para que Ella esté siempre guapa hacen posible esta adecuación litúrgica permanente que podemos observar en Nuestra Señora del Mayor Dolor.
Las luces doradas del brocado en la saya nos hablan de celebración gloriosa, al igual que la toquilla sobre el manto azul.
El tocado, con un tono delicioso, muestra huellas de dolor y de pasado, sustentando ese puñal tomado de tiempos cuaresmales y el bello broche que tantas historias puede narrarnos.
Elementos dolorosos conjugados con ornatos concepcionistas visten a Mayor Dolor, con una gama de colores que le sienta especialmente bien a la Señora.
Intensa la mirada de esta Reina custodiada por la reja más hermosa de la ciudad de Andújar. Misterios concepcionistas flotan en este espacio de Santa María.
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